ANTONIO SALDÍAS: "DEFINITIVAMENTE ME SIENTO MÁS CÓMODO ESCRIBIENDO QUE HABLANDO”.

ANTONIO SALDÍAS: “DEFINITIVAMENTE ME SIENTO MÁS CÓMODO ESCRIBIENDO QUE HABLANDO”, A RAÍZ DE SU IMPROVISACIÓN EN EL CEMENTERIO LOCAL

Antonio Saldías –nuestro hermano, que me sigue hasta la oncena- nos escribe un mail para decirnos: “Estuve en Pichilemu, por unas horas, para sumarme en la despedida de nuestro amigo y coterráneo Manuel “Nano Chano” Becerra Jorquera. Me nació hablar en ese momento, pero –quizás la emoción- me hizo recordar hechos, vivencias de momentos que vivimos y compartimos; pero definitivamente fue una sarta de ideas en tropel.  Que incluso, recordándolas, me parecen incoherencias. Más aún, sin tener la más mínima intención quizás conté hechos que pueden o podrían incomodar a algunos … Es por esa razón, un poco más sereno, resumí algunas ideas y las publiqué en mi blog: www.cahuil salinero.blogspot.com las que, si deseas, puedes reproducir en tu Portal. Un saludo afectuoso de tu hermano. Antonio”.

Bueno, aquí están esas palabras resumidas:

Sábado 28 de febrero de 2009

Nano Chano

Definitivamente me siento más cómodo escribiendo, tanto más si se trata de hablar de un amigo que cambia definitivamente, como de estado, por que los amigos siempre viven de algún modo instalados en un recoveco de nuestro ser. Como dije: hace un par de meses nos encontramos almorzando en El Quinahuino y rememorábamos un episodio que vivimos juntos con otros camaradas donde aprendimos a conocernos, promocionabas un encuentro especial en La Polcura, junto al mar, al que luego denominaste “el festival de Las Arenas Gruesas”, inolvidable.
Nos juntaríamos en marzo para registrarlo con otros de aquellos participantes. Han pasado casi cuatro décadas, de esa pequeña e intensa versión del Woodstock, a la criolla, que lindo sería, después de tanto tiempo, hasta Carlos Santana nos hubiera avivado recuerdos.
No nos bastó y el compás nos llevó a Chiloé, nos detuvimos en Dalcahue y al día siguiente tomabas la batuta de un millón de amigos que te aguardaban con afecto y respeto, caías del cielo a los chilotes y corrías en Quemchi para completarles la canasta a los locales, galleta o trauco corrías detrás de un balón. Yo también corría en aquella época, no detrás de la pelota, precisamente, en fin, derrochaste la amistad y alegría de vivir, que eterno, nada más definitivo. Hasta la hermandad con la que me congratulaste y de la cual me enorgullezco, con anterioridad al parentesco que llegó a nuestras familias por otras vías, también por siempre, definitivo, nada más vivo.

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