CAMINATA DE TREINTA KILÓMETROS: LO HISTÓRICO Y ANECDÓTICO

CAMINATA DE TREINTA KILÓMETROS: LO HISTÓRICO Y ANECDÓTICO

Mientras los doce “valientes” pichileminos descanzaban el sábado recién pasado –tras una ardua jornada de alrededor de 30 kilómetros a pié- “pichilemunews” veía las noticias del día en la televisión, donde Alipio Vera relataba su reportaje de la conmemoración del primer recorrido en Tren desde Copiapó a Caldera.
Hermoso reportaje donde tanto las autoridades y dirigentes de instituciones lucían vestuario de época y recordaban todo esa secuencia histórica, recordando la irrupción del primer ferrocarril en Chile y el tercero en América del Sur y que muy pronto de la mano de la gestión visionaria de uno y otro gobierno, por varias lustros y décadas llevó el progreso a gran parte del país.
Fue así como aquellos gobernantes, a partir de Manuel Bulnes Prieto (1841/1851), Manuel Montt (1851/1861), José Joaquín Pérez Mascayano (1861/1871), Federico Errázuriz Zañartu (1871/1876), Anibal Pinto Garmendia (1876/1881), Domingo Santa María (1881/1886), José Manuel Balmaceda Fernández (1886/1891), Jorge Montt Alvarez (1891/1896), Federico Errázuriz Echaurren (1896/1901), Germán Riesco Errázuriz (1901/1906), Pedro Montt Montt (1906/1910), Ramón Barros Luco (1910/1915), Juan Luis Sanfuentes (1915/1920), Arturo Alessandri Palma (1920/1925) y Emiliano Figueroa Larraín (1925/1927), emprenden como una de sus principales tareas el acercar el progreso hacia el país, a través del ferrocarril y el telégrafo.
En mayor parte del mundo, este medio de transporte sigue modernizándose y cumpliendo con el importante rol de comunicación entre ciudades. Hoy, en nuestro país, a partir del gobierno de Pinochet se empieza a eliminar, privilegiando el transporte carretero. Solo en los últimos años se ha podido ver un resurgimiento; pero circuncrito a la línea central. En tanto se sigue, día a día haciendo desaparecer las líneas férreas de ramales interiores.

Aunque suene a nostalgia, no podemos quedarnos callados, en silencio, ante la obra DESTRUCTORA que sigue en este aspecto, cuando aún retumba en los oídos de muchos la promesa vana, fatua del Presidente Ricardo Lagos, quien ufano decía ante los medios de comunicación y asistentes a la inauguración del Treb del Vino, que aquello era el primer paso del proyecto, estando contemplada una segunda etapa desde Peralillo a Pichilemu. Por desgracia, los únicos sordos y que lo dejaron como un mentiroso, una vez más, fueron sus acólitos.
En diciembre del año pasado vendieron durm,ientes y rieles. Hoy están licitando la Faja Fiscal por donde estaban aquellos, poniendo una “lápida” al ferrocarril a la costa.

LOS DOCE
La fecha, otros compromisos, en fin, complotaron a que esta caminata no tuviera tantos adeptos. Sin embargo, ello no amilanó a ocho damas y a solo cuatro varones que se atrevieron a emprender esta caminata que esta vez los llevó por casí 30 kilómetros de marcha.
Tanto por lo que fue el tramo de línea férrea, desde la ex Estación de Pichilemu hasta Larraín Alcalde, como desde ahí al Fundo El Puesto; para enseguida tomar el camino hasta Ciruelos. Ese tramo, por polvorientos caminos y huellas, subiendo y bajando quebradas, fue acaso uno de los más pesados; pero la observación de la naturaleza, como los descansos y respiros –libando un refresco o comiendo una merienda recomponedora de esfuerzos- hizo más grata la jornada que esta vez estuvo compuesta, como ya lo dijimos, por más damas que varones.
Y cual caballeros, las nombramos: Lia Lazo, Miriam Baeza, Patricia Aliaga, Gladys Bozo, Margarita Muñoz, Daniela Coronado, Jesenia Fernández y Graciela Godoy. En tanto que los varones, presididos por César Dios, Jorge Alfaro, Patricio Bozo y Rubén Mella. Desde 63 años a 15 años, la más lola, las edades de estos caminantes que demoraron desde las 8 horas a las 18.15 horas en retornar a su punto de origen.
Muchas cosas que apuntar, pero por ahora, señalar que –en Larraín Alcalde- hubo un momento para descansar, pero a la vez, para recordar que hasta allí el año pasado, había llegado imprevistamente el amigo Mariano Polanco junto a su hermano Armando, con sendas botellas de bebidas heladas, cuando ya todas las vituallas estaban agotadas y los caminantes de la Travesía del Tren, añoraban tomar algo refrescante para sacar adelante la última etapa del recorrido. Un bonito gesto que, como ya vemos, quedó en el recuerdo y no se olvida.

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