ANTOFAGASTA CRECE Y CRECE AL BORDE DEL MAR GRACIAS A LA MINERÍA DEL INTERIOR

Milagros en el Desierto

ANTOFAGASTA CRECE Y CRECE AL BORDE DEL MAR GRACIAS A LA MINERÍA DEL INTERIOR

 

Hace poco más de un mes, cuando nos preparábamos para un esperado viaje al norte del país, en mi trabajo una compañera –que es oriunda de Curicó- me cuenta que el fin de semana (18, 19 y 20 de Marzo) será la tradicional Fiesta de la Vendimia en su ciudad, al tiempo que me pregunta si voy a ir …

Sin mediar un par de segundos le respondo que sí, pero que iré a la Vendimia del Desierto ….

Incrédula, me pregunta ¿a dónde? Como no tenía argumentos serios para responder, opto por decirle que en realidad es una broma, pero acto seguido afirmo que si viajaré al norte por unos días.

Luego de comentar la salida irreverente, coincidimos en que una vendimia en el desierto era como decir “un taliban en misa” o algo por el estilo.

Días después, encontrándome en Antofagasta a la espera del vuelo de retorno a Santiago, leo en El Mercurio una noticia que se refería a un tema en los siguientes términos: “Fiesta de la Vendimia” en pleno desierto era el título de la Página 9 de Vida Social.

Un breve texto señalaba: La Comunidad Gen realizó la “Gran Fiesta de la Vendimia” en su centro de cultivos ubicado a 23 kilómetros de Antofagasta, cerca de la Estación Uribe.

Lo demás eran ocho fotografías de varios grupos de personas que fueron parte de esa fiesta, donde algunos aparecen con racimos de uva recién cortada.

Pero esta no fue la única sorpresa, pues posteriormente revisando más detalles de esa información, encontramos en Internet que esta fiesta se realiza desde hace seis años.

Y, cómo no, recordamos que lo que dijimos en un momento como una broma, era una hermosa realidad, que por cierto ignorábamos hasta ese instante. 

Lo anterior, a nuestro modesto entender refleja de alguna manera el cambio –entre muchos- existente en la ciudad capital de la Segunda Región, Antofagasta, de principios de los años ’80 transcurridos casi treinta años.

En el año 1982, según el INE, la población existente era de 185.486 habitantes. La población en el año 2002 según el Censo de ese año, Antofagasta alcanza una población de 296.905 personas. Según estimaciones del INE, al año 2005 su población alcanzaba a 335.672 habitantes.

A muy pocos kilómetros del Aeropuerto de Cerro Moreno, empezamos a ver construcciones: un Cuartel Militar, nuevas industrias hacia el sector oriente, paralelas al cordón de cerros que se extiende de norte a sur. Más cerca de la ciudad, nuevas avenidas y accesos, más poblaciones, edificios, block de departamentos, viviendas que 30 años atrás era solo posible ver en el sector sur de la ciudad, se veían ahora en el sector norte; mientras el Tranfer va zigzagueando de poniente a oriente y viceversa, tratamos de reconocer el lugar donde estuvimos residiendo por cerca de tres años a pocos metros del balneario Las Rocas; pero fue imposible.

En efecto, vi varios balnearios nuevos –creados artificialmente, según averiguamos- pero nuestro sector lo pasamos sin darnos cuenta entre medio de tantas otras construcciones. Esa fue nuestra primera impresión al retornar a Antofagasta, para tener un encuentro con ex compañeros de trabajo –entre 1981 y 1983- en el proyecto Mina “Escondida”.

Para resumir este notable cambio, basta señalar que el borde costero y alrededores es otro; pero quizás el sector que más evidencia este modernismo es el sector frente al Balneario Municipal y Estadio Regional, donde una serie de edificios muestran el desarrollo y crecimiento logrado durante las últimas décadas.

Más al sur, hacia el acceso que une la ciudad y la Panamericana Norte, también se ven edificios construidos y en otros en construcción. Y siguiendo por la costa las sedes de algunas universidades, nuevos y exclusivos colegios. También, conjuntos residenciales, villas, establecimientos de esparcimiento nocturno, etcétera.

El  sector central no ha cambiado mucho, salvo la remozada Plaza de Armas donde se ve más limpia y sin aves de rapiña. La verdad es que no vi ninguna, salvo palomas, las que no respetan y se paran donde ellas pueden, como la estatua en homenaje al Obispo Luis Silva Lezaeta, que era colchaguino y contemporáneo al pichilemino  que llegó a ser el Primer Cardenal chileno, Monseñor José María Caro Rodríguez.

La escultura está frente a la Catedral que él construyera siendo el pastor mayor de esa Diócesis. Y que tras incendios y otros siniestros ha sido reconstruida.

En tanto, el Barrio Histórico luce remozado, aunque por esos mismos días que estuvimos en esa ciudad, el muelle histórico, declarado monumento nacional había sufrido daños a raíz de los años y falta de mantenimiento; hechos que están reflejados en las columnas de opinión en la prensa local, tras daños recientes.

Hace 30 años –cuando estuvimos por casi tres años viviendo y trabajando en la Perla del Norte- nunca tuvimos la ocasión de visitar la Estación de Antofagasta.

Y aunque motivados más por saber de un coterráneo que trabajaba allí, llegamos a preguntar por él, pero ya no estaba. Sin embargo, tras solicitar la autorización para recorrer las instalaciones, pudimos fotografiar tanto a material rodante, como estático y viejas reliquias de un pasado esplendor que, invitan a soñar e imaginarse cómo era la vida de esos tiempos: de las Salitreras, del fulgor que se vivió aunque –como siempre- con las desigualdades históricas.

Muchos aspectos más se pueden abordar; no obstante solo decir que hoy se está repitiendo una situación que se vivió en el pasado y que se revive en el presente.

La historia nos dice que el auge del salitre permitió a que “jugados” empresarios del espectáculo se animaran a traer a grandes artistas y compañias completas para entregar teatro, opera y otras disciplinas artísticas.

Hoy, eso se está viviendo de nuevo con los casinos existentes y que posibilitan que toda clase de público tenga acceso a disfrutarlos.

De hecho, el día sábado 19 viajaron en el mismo avión, los Cinco Latinos con Estela Raval, para presentarse en el casino antofagastino, solo para dar un ejemplo. Hecho que se repite en las demás ciudades en donde existen este tipo de sala de entretenimientos.

Por último, señalar que –aparte de las expectativas de encontrarme con ex compañeros y jefes de La Escondida, que se cumplieron a cabalidad- me reuní con mi colega, de esos años, el mejillonino Danilo Vera que ahora trabaja en la empresa de ferrocarriles, visitar a un sobrino que tiene un importante cargo a nivel regional y poco antes de retornar, comunicarme con una querida prima hermana y saber de los demás familiares en esa ciudad, reanudándose, por ahora, los contactos que estaban interrumpidos por varios años. Una satisfacción y alegría que no solo la viví yo, sino que la están viviendo toda mi familia a medida que se van enterando


Total
0
Shares
Publicaciones relacionadas
error: Content is protected !!