LOS JESUITAS, UN ITALIANO EN CHILE Y EL TURISMO EN MARCHIGUE, REGIÓN DE O’HIGGINS

LOS JESUITAS, UN ITALIANO EN CHILE Y EL TURISMO EN MARCHIGUE, REGIÓN DE O’HIGGINS

 

La primera noticia que tuve acerca de la construcción de un hotel “a todo trapo”  –como dicen algunos- al interior de la comuna de Marchigue, en el secano costero de la Región de O’Higgins fue en el año 2004.

Viajaba en un bus hacia Santiago y me encuentro con un coterráneo que subió en el camino, que hacía bastante tiempo que no nos veíamos y le ofrecí el asiento al lado y nos fuimos conversando.

Era un pichilemino de una generación menor, hermano de un ex compañero de colegio en Pichilemu y que tras venirnos a estudiar a Santiago nos volvimos, por casualidad, a encontrar en el mismo Liceo.

Al tocar lo referente a qué estaba haciendo cada uno, éste nos dijo: “Vengo de conversar con los dueños de un hotel que están construyendo en Marchigue para adentro …”

Ya al decir un Hotel en Marchigue nos extrañó. Y más aún cuando agregó “para adentro”. De tal forma que lo instamos a que precisara.

“Es por ahí cerca de San José de Marchigue”, contestó. Y agregó: “Es una propiedad antigua, no muy grande, pero están reconstruyendo, remodelando para transformarlo en un hotel de no sé cuántas estrellas. Pero te puedo decir que según me contó su dueño, será a todo nivel, para extranjeros preferentemente, ya que de hecho él es italiano. Yo le fui a entregar un presupuesto por las instalaciones eléctricas, así que muy probablemente me venga a trabajar ahí. Hay pega para rato ..”

Mientras hablaba, nos decíamos para si mismo “que increíble cómo avanzan algunas comunas y nosotros mirando la cosa chica, deteniéndonos en lo pequeño ..”

         Me alegro sinceramente por lo que está ahí aconteciendo y ojala, te

aprueben el presupuesto. Si es así, me gustaría que quedemos en contacto pues me gustaría hacer una nota al respecto para “pichilemunews”, para que me contactes con el dueño, contesté.

Luego seguimos conversando de otros temas y por ahí, en San Fernando o un poco antes, se bajó pues tenía otras pegas qué ver en la zona.

Ignoramos hasta hoy si este coterráneo trabajó ahí efectivamente porque nunca se contactó, ya que quedó comprometido a avisar y no lo hizo. ¿Se le olvidó o no le aceptaron su presupuesto?

Para el caso da lo mismo. Lo importante es que ayer nuevamente supimos de este Hotel, cuyo nombre exacto es Residencia Histórica de Marchigue.

El suplemento de Vivienda y Decoración de El Mercurio del sábado recién pasado, que me presta Don Antonio de Petrel con el cual estuve, trae una serie de reportajes dedicados a Casas y Hoteles en el Valle de Colchagua. Y ahí, entre otros proyectos que son toda una hermosa realidad, aparece destacado en cinco páginas -con espectaculares fotografías- los detalles de esta construcción.

 

La propiedad en su tiempo perteneció a la Compañía de Jesús –los jesuitas- tras ser legada en 1750 por Manuel de Zelada. Posteriormente, sobrevino la expulsión de la orden religiosa –en 1767- y mediante remate pasó a otros dueños que fueron subdividiendo en fundos, quedando dividida y en manos de diversas familias.

Como ha ocurrido con tantos, el hermoso paisaje campestre con su tranquilidad característica fascinó esta vez al italiano Silvio Castelli, quien con su mujer decidieron comprar en el 2003 y, con el concejo de amigos, darle un vuelco a la propiedad de poco más de 50 hectáreas aprovechando el auge del Valle de Colchagua.

De verdad que es asombroso cómo están resurgiendo antiguas construcciones –algunas de ellas por años abandonadas- de la mano de sus propietarios que están aprovechando el potencial turístico del Valle de Colchagua asociado a las viñas, un aspecto que otros propietarios de la zona –pese a ser animados a ello décadas atrás- han desechado tal posibilidad.

Uno de ellos, con el cual conversamos tras quedar impresionados por la propiedad –aunque derruida ante la falta de mantención- nos dijo: “No, prefiero que quede así no más. Lo otro significa llenarse de gente extraña …, no una lata”, dando como descartada toda idea de aprovechar el rico historial que, también, en su momento fue parte de una orden religiosa.

Así como esa propiedad –cercana a un par de monumentos nacionales, en ese momento- era sin duda un perfecto lugar para convertirlo en un Hotelito de caracteres coloniales, atendido con un estilo campesino y una serie de actividades programadas de excursiones a los bellos lugares hacia diversos puntos de los alrededores. Hay muchas otras propiedades en el secano costero que podrían constituirse –quizás no todas en hoteles- pero con actividades tradicionales donde el turista pudiera desde temprano “vivir esas actividades” durante el día y luego retornar a Pichilemu al lugar donde está hospedado.

Da la impresión que los propietarios –en algunos casos- están esperando que se mueran parte de sus miembros para decidir finalmente qué hacer con aquellos terrenos y propiedades.

Un riesgo claro, que terminen todos de avanzada edad sin fuerzas para emprender nada a esas alturas.

Por ello, es más edificante destacar los otros ejemplos que aparecen en la mencionada revista, donde salen reportajes dignos de leer y que constituyen un ejemplo y motivo de sana envidia por lo que están haciendo. 

     

 


Total
0
Shares
Publicaciones relacionadas
error: Content is protected !!