EMOTIVA DESPEDIDA DIERON PICHILEMINOS A LA JOVEN GILDA

Con un grandioso acompañamiento al camposanto fue la despedida de la joven pichilemina Gilda Elizabeth Pino Paredes, la que falleció a la edad de 23 años en la madrugada del sábado, mientras era atendida por uno de los médicos del hospital local.
Gilda, hija del empresario maderero Felicindo Antonio -más conocido como Félix- y de Miriam, ambos pichileminos, era gemela con Carol, sus hijas menores de un total de cinco: dos hombres y tres mujeres. Hace tres años más o menos se le declaró una enfermedad -conocida como Steel, en honor del médico que la descubrió- que es más conocida como “fiebre reumática” y de la cual no pudo recuperarse, pese al tratamiento que estaba siguiendo. Al contrario, su calidad de vida empeoró a causa de los fuertes dolores, no alcanzando -según nos informamos- a tener acceso a remedios que se estaban gestionando desde el exterior.
Tanto en la casa habitación de sus padres -donde fue el velatorio- como en el templo parroquial, recibió la visita de vecinos de distintos sectores, familiares y amistades, como de sus ex compañeros de estudios en los diferentes establecimientos educacionales, ya de la básica como del liceo local, quienes tuvieron la oportunidad de compartir con ella, de conocerla, de apreciarla y valorarla; todos los cuales estaban consternados ante la previsible pero repentina muerte de Gilda.
El oficio fúnebre -presidido por el Párroco Pablo Donoso y secundado por el ex Párroco de Pichilemu, Presbítero Renato Guerra Larraín- se realizó con un templo abarrotado de personas, tanto católicas como evangélicas -religión que abrazó en sus últimos seis meses de vida- fue muy emotivo, sobretodo con un par de cánticos que le dispensaron tanto la cantante Patricia Becerra como su hijo Meter, haciendo brotar lágrimas a muchos de quienes estábamos siendo partícipes de una despedida de una hija, de un amigo, que pese a cuántos sueños quedaron truncos fue llamada ante el Padre Dios, que -también- con diferencia de pocas horas llamara a su “diestra” a S.S. Juan Pablo II, privándonos de un extraordinario Pastor.
Tras ella un largo cortejo hasta el cementerio, donde tanto católicos como evangélicos se turnaron para despedir con cantos y plegarias a Gilda, mientras las palabras de muchos trataban de dar fortaleza y resignación a sus padres, hermanos y familiares, ante la pérdida de su ser querido.

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