EN CEMENTERIO PICHILEMINO SEPULTARON A ESCRITORA TRUDY LARKIN FORSTER

Contradiciendo parte de su voluntad, la escritora norteamericana Trudy Larkin Forster -radicada en Pichilemu, desde casi 11 años- fue sepultada en el Cementerio pichilemino, en tierra como ella lo había pedido. No obstante, su voluntad completa -ser sepultada directamente en tierra, sin urna- no pudo cumplirse.
Su hijo Erick, con quien vivía en nuestra comuna, tampoco pudo cumplir con el deseo de no hacer oficio religioso y hacerlo muy en privado; pues las personas que compartieron con ella -la mayoría- quiso estar presente, estar con ella en su despedida final.
En efecto, pese a su caracter extrovertido y simpatía que le permitió hacer muchas amistades, su deseo era tener un funeral muy privado, que su hijo Erick, en principio, q1uiso respetar; pero fue convencido de permitir se le acompañara en esos tristes momentos. Fue así como al composanto llegaron varias personas que supieron de su bondad y amistad, como las personas que la cuidaban y trabajaban -puertas afuera- en la casa que arrendaba, las que visiblemente estaban muy afectadas.
La escritora, de una edad septuagenaria había llegado a Pichilemu invitada por su hijo Erick, quien había llegado a surfear, primero, y que después al conocer la zona, descubrió la quinoa que se dedicaba a exportar a su país. Y, desde esa fecha faltaba poco para cumlirse un año, ya que había llegado en el mes de octubre del ’94.
Pasó muy poco tiempo para que Trudy se encariñara con “el pequeño bosque” y todo lo que otros ven como negativo, como es el viento, ella lo transformaba en algo positivo. Y demoró muy poco en escribir sobre ello, destacando -según su visión- al viento pichilemino.
Escribió mucho porque -según ella- Pichilemu le daba todo lo que en ninguna parte encontró: tranquilidad para inspirarse, para vivir sus últimos años, después de conocer varios países de Europa en que había residido. No obstante, Pichilemu era su lugar predilecto de cuantos conoció.
Fue tanto su amor por este terruño que escribió -entre muchas cosas- un cuento infantil que tituló “Los Gatos del Casino”, que mezcla ficción y parte de la historia de Pichilemu, en una obra pequeña pero hermosa.
“pichilemunews” quien supo de su generosidad y entrega -pudo salir con parte de los textos en inglés, gracias a su colaboración- retribuyó en parte, apoyándola en la organización del lanzamiento oficial de su libro, hace algunos pocos años; hecho que la dejó más que satisfecha, agradecida.
Ese amor que le dispensó a Pichilemu, fue un motivo que nos animó en dirigir unas breves palabras a los presentes, en representación de la agrupación cultural Gestarte, a la que pertenecemos, y por el hecho de compartir ideales e interés por la cultura, para despedir sus restos mortales; tras las sentidas palabras de gratitud de su hijo Erick y del responso que ofició el laico Domingo Durán; como también el canto de una de sus amigas -Lucy González- con el tema “Si vas para Chile”.
Nosotros, a través del ciberespacio, te volvemos a decir: amiga Trudy Larkin Forster, descansa en paz. Y gracias por el amor que entregaste a Pichilemu, tu pequeño bosque.
Y a su hijo Erick, la cristiana resignación ante la irreparable pérdida de su señora madre.

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