Deberes y Derechos

Mucho se habla de derechos. Pocos hay que no sepan de corrido cuales son sus derechos. Se habla en voz alta de los derechos, se reclama porque se atropellan los derechos. Los derechos nuestros los tenemos a flor de labios. ¿Qué derecho han tenido para hacer esto conmigo? ¿Con qué derecho me obligan a hacer esto? ¡No hay derecho! se dice por fin.

Hemos titulado este artículo «Deberes y Derechos» y hemos escrito deberes primero que derechos, porque ese es el órden natural de desarrollar y llevar a la práctica la filosofía que encierran ambas palabras.

Cada derecho que ha adquirido el ser humano proviene de un deber que ha debido desarrollar con anterioridad.

Estamos listos para alegar y discutir nuestros derechos; pero por lo general somos muy parcos y muy tímidos para hablar de nuestros deberes. Cada vez que reclamamos de un derecho nuestro atropellado, ¿hemos pensado antes si nuestro deber se cumplió como debía ser? Estamos seguros de que si todos los que vociferan por sus derechos atropellados, pensaran serenamente en sus deberes antes de hacerlo, habrían mucho menos reclamos.

El deber crea el derecho. Sin el deber no hay derecho. Son dos palabras que engranan, son dos palabras que deben recorrer una misma jornada y deben marchar parejas. Si la primera se queda atrás en su carrera, la segunda debe también atrasarse. Son dos palabras que en la pista de carrera deben llegar juntas a la meta.

Sin el deber no se concibe el derecho, de la misma manera que si no existiera el sufrimiento, no se concebiría el placer. Si no existiera el frío no se concebiría el calor. Si no existiera la fealdad no se concebiría la belleza.

Cumplamos con nuestros deberes y veremos que facilmente conquistamos nuestros derechos.

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