El papa Pío IX estuvo en Chile

  • Cuando era el canónigo Mastai Ferreti
  • Crónica de Don Antonio de Petrel
PIO IX, Papa entre los años 1846 y 1878, conoció nuestro país en el año 1824, como integrante de la misión encabezada por Monseñor Juan Muzi y que en marzo de ese año llegaba a Chile, enviada por el Papa León XII.
PIO IX, Papa entre los años 1846 y 1878, conoció nuestro país en el año 1824, como integrante de la misión encabezada por Monseñor Juan Muzi y que en marzo de ese año llegaba a Chile, enviada por el Papa León XII.

UD. SABE QUE… la anunciada visita de Su Santidad, el Papa Juan Pablo II a Chile, para el mes de abril del próximo año conmueve a todos los chilenos a un estado de gran expectación. Muchos de ellos ya viven el júbilo y la esperanza ante su eminente presencia.

Esta es la primera vez que nuestro país tiene la gracia de que la misión de la más alta investidura de la Iglesia Católica en ejercicio del Pontificado planee visitarnos. Antes, durante el gobierno de don Bernardo O’Higgins, la novel república prevía la importancia y la necesidad de contar con una representación del Papa en Chile y que a la postre estaría formada entre otros por Juan María de Los Condes Mastai Ferreti, quien sería años más tarde el Papa Pío IX, en ese entonces auditor de Monseñor Juan Muzi, Vicario Apostólico para Chile.

Motivado por una información de un amigo, interesado por los temas históricos, en el sentido de que Mastai Ferrati (más tarde Pío IX) había oficiado una misa de campo en una cueva de una Hacienda costera de Colchagua, situada en lo que es hoy la comuna de La Estrella, iniciamos para ustedes una amplia investigación bibliográfica de cuantos trataron sobre la Misión Muzi en Chile, sin encontrar antecedentes que nos permitieran confirmar este hecho relacionado con quien fuera Pío IX y nuestro terruño colchagüino en ese entonces. No obstante, luego de indagar en los escritos del secretario de la Misión, Presbítero José Sallusti, Barros Borgoño, del Canónigo Carlos Silva Cotapos, de don Nicolás González Errázuriz y otras relaciones de la Iglesia Católica, referiré igualmente las circunstancias históricas de la Misión Muzi en Chile, por la alta consideración que demostraron hacia nuestro país los papados que se sucedieron en la silla de San Pedro, en esa época tan crucial a nuestra patria; como lo haría constar el propio O’Higgins a su Santidad Gregorio XVI: “No tengo duda alguna que su Santidad desea bases sólidas para la Iglesia Católica. Me consta, por la atención que recibiera mi enviado-añade O’Higgins ante Su Santidad, cuando yo estaba a la cabeza de Gobierno de Chile, en el año 1821.” Y agrega más adelante: “Su Santidad Pío VII trató en aquella ocasión a mi representante, Doctor Cienfuegos, con el mismo respeto que manifestara al Rey de España”.

La Independencia de Chile, que quedó afianzada definitivamente desde el día que la captura de la “María Isabel” hizo a la naciente escuadra chilena dueña de Pacífico de América del Sur… y ésta (la Independencia)”….También hubo de influir poderosamente en la vida de la Iglesia. Y no podía ser de otra manera, supuesta la unión tan estrecha que parecía confusión entre la Iglesia y el Estado durante la dominación española”. (C.S.C. 1915).

Delicados asuntos eclesiásticos y de Estado se cruzaban creando graves conflictos de autoridad y competencia. Por cuanto O’Higgins y el Senado resolvieron enviar a Roma un agente plenipotenciario que sería don José Ignacio Cienfuegos, Senador y Gobernador del Obispado, patriota y gestor de la Misión.

En lo más sustancial, la República de Chile solicitaba el nombramiento de un Legado o Nuncio estable en Chile, la ampliación de las sedes episcopales y otros con rentas y asuntos administrativos.

Hasta ese momento ningún gobierno europeo había reconocido la independencia de Chile, ni de ninguna república americana. No obstante, O’Higgins entre sus medidas de política externa había solicitado el reconocimiento de nuevo gobierno a Inglaterra, Francia, Rusia, EE.UU., entre otros. Por tanto el puro acto de recepción de la Misión diplomática chilena implicaba el reconocimiento tácito del actual gobierno de Chile. Esta expectativa hacía albergar serias dudas y también esperanzas de que fuera recibida la Misión, por la Santa Sede.

El 26 de enero de 1822 partió el Ministro Plenipotenciario desde Valparaíso. Después de casi siete meses de viaje, la Misión se encuentra en Roma. El papa de entonces, Pío VII y su secretario de Estado, Consalvi, recibirían a Cienfuegos a poco de llegar en una audiencia privada, sin el protocolo reservado a los embajadores de gobiernos acreditados, para obviar la fuerte oposición de la corona de España.

Mas, el Papado desde el primer momento, reservadamente demostró excelente disposición para tratar el asunto chileno y a su dignatario. Así, designó una comisión a propósito, compuesta por los nobles cardenales: Consalvi, Della Ganga (León XII, sucesor de Pío VII), Della Somaglia, Pacca, De Gregorio y Castiglioni, quién sería el Papa Pío VIII.

Luego de dilatadas negociaciones, influídas por complejos juegos de intereses, por la inestable situación política chilena y la conmulsionada España en todos sus frentes. Y en donde tampoco fueron ajenas las intrigas personales.

En Chile, las provincias de Concepción y Coquimbo provocaban la caída de O’Higgins y don Ramón Freire asume como nuevo Director Supremo.

En tanto que España, seriamente agitada por su situación interna, en sus relaciones con sus colonias que se sacudían de su tutela y con las grandes potencias euopeas que reunidas en Verona exigen la abolición de su Constitución y facultan a Francia el empleo de la fuerza si es necesario, para mantener el acuerdo.

España debilitada e incapacitada para reconquistar las colonias americanas; circunstancias que determinaron al Papa a enviar un Nuncio a Chile (C.S.C.), designando a Monseñor Ostini, Profesor de ciencias sagradas del colegio romano. Aceptó el cargo, para posteriormente renunciar a él, accediendo a presiones que impusieron sus familiares y amigos.

En reemplazo fue designado Monseñor Juan Muzi, auditor en la Nunclatura de Viena, consagrado arzobispo de Filipos, recibiendo nombramiento de Vicario Apostólico. No obstante este título, las atribuciones concedidas por Pío VII y ratificadas luego por León XII, eran más amplias que las conferidas a un Nuncio y más que las que el Gobierno chileno había solicitado. Por esta razón y por los selectos componentes de la Misión diplomática, integrada por el Vicario Muzi, el auditor Juan María de los Condes Mastai Ferreti y José Sallusti, secretario, hace la más importante representación de la Santa Sede en la América de la época y confirma la opinión de quienes vieron en ella un verdadero reconocimiento oficial de la soberanía chilena, y al que se sucederían otros estados.

Luego de un accidentado viaje desde Europa, llega a Santiago la Misión Muzi, en marzo de 1824, la que es recibida por el Director suplente Don Fernando Errázuriz, en ausencia de Director Supremo Freire, en campaña militar en Chiloé.

Monseñor Muzi con gran diligencia aborda las tareas de la Iglesia, fundamentalmente su organización, dada las profundas huellas dejadas en el período revolucionario. Definió en un documento pastoral la posición de la Iglesia respecto de las relaciones con la Santa Sede con el Estado, tras el cual se supone la activa elaboración y redacción de Mastai Ferreti (Pío IX).

El tenor de esta y otras actuaciones de Monseñor Muzi en favor de la Independencia de la Iglesia atrajo la animadversión de los liberales en el poder del Estado, quienes suponían a Muzi como enemigo de la revolución y agente de la Santa Alianza, determinada a reimplantar el coloniaje Español.

Agravada esta situación por la intervención del Estado en los bienes de la Iglesia y la separación de Obispo Rodríguez-Zorrilla del mando de la Diócesis -decretada por el gobierno de Freire- determinó a Muzi poner fin a su Misión, por considerar esas medidas una afrenda para la Iglesia, a Su Santidad al Papa y sus representantes.

El 30 de octubre de 1824, parte desde Valparaíso la Misión Muzi, no sin antes recibir grandes demostraciones de afecto de parte de los habitantes. Refiere el secretario Sallusti: “La emoción del pueblo fue del todo admirable. Animado de los más vivos sentimientos de verdadera piedad, corría en tropel a nuestra casa y por varios días asedió de tal modo la puerta, que fue necesario atrancarla por dentro o hacerla custodiar con guardias para evitar los inconvenientes, si se abría para administrar la confirmación o para dar curso a las infinitas súplicas que se habían presentado en aquellos últimos días. Este raro espectáculo de piedad y de afecto, fue de punto conmovedor, desde que despuntaba el día hasta muy avanzada la noche, el pueblo siempre permanecía agolpado a neustra casa”.

Durante una escala de descanso en Montevideo, Uruguay, Muzi hizo público un documento llamado “Carta Apologética”, en la que reseña las circunstnacias en las que le tocó actuar en Chile y las razones que fundamentaron el retiro de la Misión. Conocido (el documento) en Chile provocaría hondas repercusiones en la Iglesia y el Gobierno.

Publicado originalmente en “Pichilemu”, 31 de diciembre de 1986, página 2. Reproducido con autorización.

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