En contra del mamarracho “republicano”, un retroceso democrático

La sombra de la extrema derecha, capitaneada por José Antonio Kast del Partido Republicano, se cierne sobre la propuesta de Constitución Política de la República presentada por el Consejo Constitucional, gestando un golpe a la democracia misma.

Manejado tras bambalinas por el extremista Kast, el proyecto representa un retroceso alarmante: es engañoso, urdido para perpetuar una visión excluyente y sesgada, con disposiciones maquinadas para coartar la diversidad de ideas y favorecer los intereses de una minoría. Un texto que debe ser rechazado sin titubeos.

Bajo la confesión del consejero republicano Luis Silva, quien admitió que el proyecto constitucional favorece a la derecha, se revela una realidad que poco sorprende. Ocho artículos diseñados para imponer el pensamiento de derecha, bloqueando la competencia democrática de ideas, reflejan un desequilibrio que recuerda a la Constitución impuesta en tiempos oscuros.

El texto, manipulado para ajustarse a una agenda conservadora, coarta la libertad y socava los avances logrados en términos sociales, laborales y de derechos fundamentales. Desde la defensa de la vida hasta la educación y las pensiones, se teje una red que perpetúa el statu quo, favoreciendo intereses económicos por encima del bienestar ciudadano.

La estrategia de la derecha para imponer su visión excluyente ha alcanzado un nuevo nivel. El intento de cerrar el debate democrático, dejando al margen a voces divergentes, refleja una desconfianza en la pluralidad de ideas y una arrogancia intolerable.

Esta propuesta, lejos de representar el sentir nacional, es un reflejo desfigurado de intereses partidistas. Manipula derechos fundamentales y estrangula la posibilidad de un debate inclusivo y representativo.

Las palabras desafortunadas de Beatriz Hevia, ex presidenta del Consejo Constitucional, pintando a los apoyantes de esta propuesta como los “verdaderos chilenos”, despiertan una inquietud fundamental: ¿acaso el resto no lo somos? Es un menosprecio indignante a la diversidad de voces y visiones que conforman nuestra nación.

El Consejo Constitucional se desvió hacia un camino que excluyó y cercenó la posibilidad de un Chile verdaderamente democrático.

El próximo plebiscito es una oportunidad para rechazar este atropello a la democracia, para alzar la voz y defender una Constitución que refleje la diversidad y los valores de todos los chilenos. Es hora de no permitir que intereses partidistas dicten el futuro de nuestra nación.

Este bodrio constitucional, maquillado como propuesta constitucional, debe ser rechazado sin vacilaciones. No representará a todos los chilenos, sino a una minoría que busca perpetuar sus privilegios y silenciar la voz de la diversidad que conforma nuestro país. En contra del mamarracho republicano.

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