La carta de la victimización

El exalcalde de Pichilemu Roberto Córdova Carreño, quien solía despotricar con rabia y desparpajo en contra de sus predecesores, incluyendo al que después no tuvo problemas en pagar un programa radial por años, se desentendió por completo de las acusaciones de conflicto de interés que fueron acreditadas por la Contraloría y es más, parecía no entender que había incurrido en tal cosa.

“Yo no soy funcionario municipal, no tengo ninguna relación con el municipio, no veo qué interés pude tener yo, un interés concreto, más allá de alguna apreciación política, más al momento de salir de la muni, no sé cómo manifestar ese interés, cómo queda reflejado”, dice en su declaración ante la fiscal instructora de Contraloría el 15 de noviembre de 2022.

Agrega en su declaración: “Me dio un poco de risa cuando vi ‘conflicto de interés’ y cómo se ve reflejado este interés, digamos, es super subjetivo, creo yo, porque no tengo empresas que trabajen con la “muni”, […] no veo como se puede manifestar eso más allá de lo que diga la propia ley. […] Soy muy respetuoso de la ley y de las normas, lo que me permitió salir súper bien de la municipalidad, después de 12 años en el cargo y después de haber reemplazado 3 períodos de alcaldes que se fueron por temas de corrupción de forma consecutiva. Entonces es desgastante este tema, que tenemos que dedicarles tanto tiempo a cuestiones, que desde mi punto de vista, se pueden hacer muy dentro de la ley, como chilenos o ciudadanos”.

Tuvo tiempo también en su declaración para atacar al director de este medio, quien interpuso la denuncia en su contra: “Es bueno que la Contraloría vea quién es el denunciante, creo que es súper importante, si revisan digamos todos los requerimientos de información, transparencia, acusaciones que ha hecho el señor Diego Grez a mi persona, fue prácticamente una persecución. De hecho, días después de salir de la municipalidad, yo tenía desarrollada una querella para presentar por injurias, por calumnias, y al final uno sale tan agotado de estos temas públicos, a veces sobre todo por el tema de la fiscalización y porque uno se va agotando en el tiempo, yo le dije al abogado, ‘no lo hagamos porque no quiero, quiero irme a descansar, quiero estar tranquilo un tiempo y eso me va a significar ir a hacer declaraciones y no quiero andar peleándome, ni seguir discutiendo cuestiones que se dijeron mientras seguía siendo alcalde’. Entonces, creo que también es bueno considerar la actuación del señor Grez hacia mi persona, porque fue un acoso permanente”.

“Uno se siente bien colmado a veces de estas situaciones que hay a veces gente que se aprovecha de la persona pública porque saben que uno no puede responder de mala forma o porque uno tiene que guardar la prudencia, tiene que mantener las buenas relaciones con la gente, con la comunidad. Pero la verdad, estimada fiscal, hay gente que a uno lo saca del control normal que debería tener para el manejo de situaciones públicas”, concluye Córdova.

La declaración del exalcalde Roberto Córdova es un claro ejemplo de la arrogancia y la falta de responsabilidad que a menudo vemos en políticos corruptos y cuestionados. Su actitud despectiva hacia las acusaciones de conflicto de interés es indignante y demuestra un absoluto desprecio por la ética y la transparencia en la gestión pública.

En lugar de asumir su responsabilidad y reconocer sus acciones, Córdova parece haber optado por eludir la realidad de manera descarada. Su negativa a aceptar que haya incurrido en conflicto de interés demuestra una falta de honestidad alarmante. Además, su intento de minimizar la gravedad de la situación y desestimar las acusaciones como “súper subjetivas” es un insulto a la inteligencia de la ciudadanía.

Es especialmente preocupante que Córdova intente desviar la atención hacia el director de El Marino, Diego Grez, quien presentó la denuncia en su contra. Su acusación de persecución y acoso por parte de este individuo parece ser un intento de desacreditar a quienes intentan exponer la corrupción y la mala conducta en la política local. En lugar de abordar las acusaciones de manera objetiva y transparente, Córdova opta por jugar la carta de la victimización.

Su comentario sobre cómo “uno se siente bien colmado a veces de estas situaciones” es indignante. No es aceptable que un funcionario público trate de justificar su conducta corrupta con excusas vagas sobre la presión pública y las dificultades de la vida política. La comunidad merece líderes que sean responsables y transparentes en su gestión, no políticos que busquen escapar de sus responsabilidades y culpabilizar a otros.

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