Ayer por la mañana conocimos de la reunión que sostuvieron dirigentes de la Cámara de Turismo de Pichilemu con el alcalde de la comuna, en que, según el comunicado que remitieron, expusieron “la problemática del sector en cuanto a los permisos para funcionar en la vereda y no quedar expuesto a multas que puedan ser cursadas por la autoridad policial”.
Contrario a lo que cualquiera podría pensar, los empresarios solicitaron a la autoridad realizar el pago correspondiente al uso de las veredas, cobro que, hasta ahora, la municipalidad había evitado hacer, en consideración a los trabajos inconclusos de la calle Aníbal Pinto.
Sin duda que esta gestión del gremio, además de contradictoria, es irrelevante e inútil. Es necesario ser claros en que, para todo comerciante local, este verano ha sido paupérrimo desde el punto de vista económico.
La principal razón de esta ‘decadencia’ veraniega es la presencia en nuestras playas de la fragata portuguesa, seudomedusa non grata. La sucesión de prohibiciones de baño en las costas pichileminas ha espantado a muchos turistas, aquellos que han venido o estaban por venir, aún cuando la promoción del balneario y localidades turísticas circundantes ha sido equivalente a cero.
No olvidar los dichos del Intendente Juan Ramón Godoy, la gota que rebalsó el vaso. ¿Qué puede imaginarse un rancagüino —potencial turista de Pichilemu— que escucha una radio de música popular, si le dice una autoridad, que debería —debería— ser creíble, que las playas de Pichilemu están “cerradas”? ¿Militares expulsando a cualquier persona que se atreva a poner un pie sobre la arena, o qué?
¿Por qué, en vez de preocuparse de pequeñeces, las cámaras de turismo y comercio prefirieron guardar silencio ante este grave hecho, que sin duda alguna, sepultó las posibilidades de que este verano fuera, al menos un poco, beneficioso para los comerciantes pichileminos, que prácticamente esperan diez meses para poder generar los recursos que les permitirán vivir tranquilamente, por último sin sobresaltos mayores, durante los siguientes diez meses?
¿Por qué los medios de comunicación locales, desde radios a portales de Internet, también callaron?
Les dejamos la inquietud.
