Paren el espectáculo

Lamentablemente, el tema al que nos referiremos a continuación ha estado en la palestra local por algunos meses, gracias a sucios intereses políticos, sumado al nefasto desinterés de sus cercanos. Nos referimos específicamente a lo acontecido con la señora Julieta Jorquera Vargas, conocida en Pichilemu por deambular en sus calles durante largos años.

Es de público conocimiento que la señora Jorquera padece de esquizofrenia, una enfermedad mental que requiere de cuidados especiales, y de un estricto tratamiento.

Es también de público conocimiento que la señora Andrea Aranda Escudero, concejal de la comuna de Pichilemu, “rescató” a la señora Jorquera de las calles, llevándola con una familia donde, con todas sus letras, su integridad nunca ha estado asegurada.

Pero ya que la señora Aranda se ha jactado tanto, y ha hecho de este tema, de incumbencia sólo de la familia de la señora Jorquera, algo excesivamente público a través de su radio Somos Pichilemu, sin medir consecuencia alguna desde el inicio de esta campaña —política—, queremos preguntarle abiertamente, en honor a la transparencia —¿conocerá ese concepto?—, ¿ha llevado a la mencionada señora Jorquera a evaluación con un especialista, capaz de evaluar con seriedad su situación siquiátrica?

Le preguntamos también a la señora Aranda, ¿por qué quiere deshacerse tan rápido de la señora Jorquera? En la entrevista que dio a un periódico escrito hace un tiempo, en ningún momento señaló que la enviaría a un hogar…

“Junto a mi familia hemos tomado un acuerdo, comprometernos con ella a que nunca más vuelva a la calle”

¿De qué medicamento(s) consiste la “inyección” que usted alude en esa entrevista? ¿Quién se la recetó? ¿Por qué nunca se ha pronunciado sobre las denuncias por violencia intrafamiliar que ha tenido uno de los actuales cuidadores de la señora Jorquera?

Muchas interrogantes más, que la señora Aranda obviamente no va a responder. Porque no le conviene, y porque no conoce el concepto de transparencia. Demás está decir que sus programas radiales son más arreglados que mesa de cumpleaños —¡oh, la paradoja!—.

En vez de haber tomado decisiones a la rápida —y populistas—, la señora Aranda debió haberse empapado del trasfondo legal de los asilos y hogares de ancianos. Tristemente, la señora Jorquera, como hemos señalado ya anteriormente, padece una grave enfermedad mental, y podría poner en riesgo, potencialmente, a los demás ancianos del hogar de Pichilemu.

Para la señora Aranda, ahora que se ha visto sin saber qué hacer con la pobre señora Jorquera, ha sido más fácil disparar contra la directiva del Hogar, y utilizar a sus serviles para desprestigiar a dicha institución, que brinda un servicio a la comunidad pocas veces reconocido por esta, y que —demás está decir— siempre necesita de nuestra ayuda.

¿Ha visitado alguna vez la señora Aranda el hogar de ancianos para conocer su realidad? ¿Sus serviles lo conocerán? ¿Saben quienes trabajan allí? ¿Saben en qué condiciones viven los ancianos? ¿Saben qué es un hogar de ancianos?

Decídase, señora Aranda. Actúe de forma seria y competente, conforme al cargo que ostenta. Deje de lado las cuestiones políticas y proyectos personales: trabaje realmente por Pichilemu, porque Pichilemu somos todos.

Así como ha sido capaz de burlarse, con sus acciones, de la señora Jorquera, de utilizarla políticamente, de engañar a los pichileminos respecto a su situación, así como ha sido capaz de transformar toda esta lamentable situación en un circo: busque, junto a las hijas de la señora Jorquera, al lugar más adecuado para que ella pase sus últimos años de forma digna, aunque definitivamente fuera de la comuna.

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