La tragedia de Lolol

Recorrido por el pueblo de LololLolol, una pequeña comuna de la región de O’Higgins, fue el escenario de uno de los crímenes más macabros que hayan acontecido en nuestro país en los últimos años.

Transcurría el mes de junio cuando un alevoso crimen conmocionó al país entero: un vendedor de antigüedades identificado como Óscar Segundo López Rodríguez atacó y decapitó a dos personas que llegaron a adquirir productos a su local, ubicado en pleno centro de la comuna de Lolol, en la región de O’Higgins. Decidimos adentrarnos y reconstruir qué fue lo que sucedió en aquellas tardes que cambiaron la historia de la pequeña comunidad lololina de manera tan radical.

Trasfondo

El asesino: Óscar Segundo López Rodríguez nació en Lolol el 1 de noviembre de 1972. Se desconoce dónde realizó sus estudios. En 1992 se casó con Sandra Poblete con quien tuvo un hijo, de 20 años. A los 25 años, llegó a vivir a Los Boldos, en la comuna de Santa Cruz, donde comenzó su afición por coleccionar antigüedades, fierros y otros utensilios, que comercializó en aquel lugar. Perteneció además a una “comunidad ecológica” denominada Los Robles, en Lolol; sin embargo, fue expulsado de esta al tiempo después. Habitó al menos tres lugares diferentes desde su expulsión, hasta llegar a su  última residencia en calle Los Alerces, en el centro de Lolol el año 2010. En el año siguiente, se divorció de su esposa, e instaló su tienda de antigüedades en su casa.

Según algunos reportes que surgieron después de su muerte, era un hombre “violento y solitario”, y se consideraba un “mensajero de Dios.” López comunmente se disfrazaba de personajes de animé, y era conocido como el Hippie, por su aspecto “en imitación a Jesucristo.” Se dice también que era un adicto a la marihuana, y que además la comercializaba. En un artículo publicado en un diario regional en abril de 2012, se remarcó su habilidad de andar en su bicicleta con su perro Valentín parado en ella.

Las víctimas: La primera, Juan René Duarte Becerra, nació el 7 de enero de 1956, y fue un campesino y agricultor que vivió toda su vida en Lolol. Era apodado Juanito, y fue conocido como un hombre “bueno” y “trabajador”. Trabajó durante veinte años en la Viña Casa Silva en San Fernando. Había sido recientemente operado de una hernia en su columna, por lo que estaba con licencia médica. Se casó en 1976 con María Adriana Rodríguez. Leandro Duarte, concejal de Lolol, era su sobrino.

La segunda víctima de López fue María José Reyes Moore, nacida el 25 de junio de 1966, quien se desempeñaba como profesora de educación física en el Colegio El Golf de Vitacura. Anteriormente había trabajado en el Colegio San Francisco de Asís en Las Condes, pero dejó su trabajo ahí para dedicarle más tiempo a su familia. Tuvo cuatro hijos con su esposo Wenceslao Montero, con quien contrajo matrimonio el 4 de diciembre de 1989.

Los ataques

El primero de los ataques perpetrados por Óscar López aconteció el 10 de julio. El agricultor Juan Duarte se dirigió a su local a comprar “un fierro”; aunque según Olga Morales, empleada doméstica de la familia de Duarte, éste estaba interesado en una “mesita”. Varias personas lo vieron conversar con López. Bajo extrañas circunstancias, López lo acuchilló en su espalda. Duarte intentó defenderse tenazmente del ataque, sin éxito. Posteriormente, López lo decapitó y guardó su cabeza en un cofre que estaba a la venta en su local de antigüedades, y enterró el resto del cuerpo bajo unas rocas en su patio. La familia de Juan Duarte denunció presunta desgracia en la Comisaría de Lolol al día siguiente.

El 12 de julio, dos días después del ataque a Duarte, la profesora María José Reyes viajaba con dos de sus hijos desde Santiago con destino al fundo Querelena, comuna de Paredones. Sus otros dos hijos y su marido decidieron viajar más tarde aquel día. Al llegar a Lolol, alrededor de las una de la tarde, decidió pasar al local de antigüedades de Óscar López con su hija de 15 años. En menos de cinco minutos y sin razón aparente (aunque se rumorea que la profesora se interesó en el cofre que contenía la cabeza de Juan Duarte) López tomó del pelo a Reyes Moore y la acuchilló en frente de su hija, quien corrió a avisarle a su hermano. Ambos, a su regreso, se encontraron con una terrible escena: López se estaba llevando a su madre a un tronco, donde la decapitó con un hacha. Posterior a este macabre hecho, los jóvenes corrieron a avisarle al primer carabinero que encontraron: el cabo segundo Felipe González. En el entretanto, y como era el día de pago de Lolol y las calles se llenaban de gente, López mostró la cabeza decapitada a los transeúntes “como un trofeo”. Al llegar González a la escena del crimen, López intentó atacarlo. El carabinero disparó dos veces al aire, pero López no echó marcha atrás. González, entonces, le disparó hasta darle muerte.

Investigación, consecuencias

La policía realizó una búsqueda intensiva de posibles restos humanos en la última y anteriores residencias de López. Fue solo después del asesinato de María José Reyes que se descubrió que López también había dado muerte a Juan Duarte Becerra. Se sospechó también que López había asesinado a Manuel Fuenzalida Piña, quien desapareció en marzo, pero no se encontraron restos humanos después de dos semanas de búsqueda. También se le ofreció asistencia sicológica a los hijos de Reyes, debido a que fueron testigos de la horrorosa escena. El cabo segundo González está siendo investigado por Carabineros para determinar si su acción (disparar a López hasta morir) estaba dentro de las normas institucionales o no. Además, la policía realizó una “autopsia sicológica” a López; esto es, un perfil sicológico realizado en base a entrevistas con cercanos y otros antecedentes. Los resultados de esta autopsia sicológica arrojaron que López sufría de psicosis transitoria, delirios místicos y comportamientos bizarros.

María José Reyes fue velada en la Parroquia San José de Apóstol en Vitacura, Región Metropolitana de Santiago, y el 14 de julio, después de una misa en su honor a la que asistieron más de mil personas, fue cremada y enterrada en el Parque del Recuerdo. Por otro lado, Juan Duarte Becerra fue velado en la casa de su madre el 13 de julio, y fue enterrado el día siguiente en el Cementerio Municipal de Lolol; cientos de residentes lololinos asistieron a su funeral. El asesino Óscar López fue enterrado en el Cementerio Municipal de Santa Cruz el 14 de julio también, y fue acompañado por alrededor de cien personas. Su esposa, sin embargo, decidió no asistir a su funeral.

La noticia fue cubierta masivamente por los medios, y estremecieron al país entero. Los habitantes de Lolol, un pueblito declarado Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales por su arquitectura colonial, aún no logran reponerse de este macabro hecho. Incluso dos meses después del ataque, las calles de Lolol se ven vacías, y algunas personas han denunciado ser “ridiculizadas” en otros pueblos vecinos. El alcalde de Lolol, Marco Marín, dijo que la tragedia “marcaría un antes y un después en la historia de Lolol.”

Total
0
Shares
Publicaciones relacionadas
error: Content is protected !!