¿SIRVE LA RED DE AERÓDROMOS EN EL PAÍS O HABRÍA QUE “ENAJENARLOS” COMO PIENSAN ALGUNOS ENAJENADOS

¿SIRVE LA RED DE AERÓDROMOS EN EL PAÍS O HABRÍA QUE “ENAJENARLOS” SEGÚN  COMO PIENSAN ALGUNOS ENAJENADOS?

Recientemente se realizó una actividad aérea gestionada por el alcalde Roberto Córdova en donde el Club Aéreo de Melipilla junto con llevar ayuda solidaria a los habitantes de Pichilemu, efectuó vuelos populares a más de un centenar de niños y niñas, quienes disfrutaron de su “primer vuelo” por los cielos pichileminos.

Sin duda una actividad plausible que tiene, sin embargo, sus ribetes contradictorios si recordamos que pese a la voluntad pública expresada por el alcalde Córdova de firmar un Comodato de Administración con el Club Aéreo de Pichilemu, el documento redactado por el asesor jurídico es un contrato leonino que pretende cautelar el interés municipal, el mismo que –por otros lados- soslayan ante privados entregando “bienes nacionales de uso público” para que los usen para sí, los exploten, a ¿cambio de qué?.

No obstante, cuando se trata de una institución como el Club Aéreo de Pichilemu, CAP, una institución que ha estado desde su creación –el 2 de Noviembre de 1964- administrándolo bajo los diferentes gobiernos comunales y defendiéndolo de los personajes rapaces pichileminos –incluidas algunas ex autoridades- que lo han querido ENAGENAR y vender pese a que fue “donado” exclusivamente para ser Pista de Aterrizaje; de la noche a la mañana inventan cláusulas que amenazan una administración normal.

El Club Aéreo de Pichilemu debiera hacer llegar a los clubes aéreos del país –incluidos al Club Aéreo de Melipilla y de Rancagua, respectivamente- el texto redactado por el abogado municipal y si ellos estarían dispuestos a firmar el mencionado Comodato de Administración que el municipio pichilemino quiere imponer. Y que hasta la fecha se ha negado a REVISAR con las sugerencias hechas llegar por el club aéreo pichilemino.

Así se darían cuenta  de cuánto es realmente la disposición e interés de las autoridades comunales, en llegar o no a un acuerdo con el CAP. Y no es solamente una actitud que estaría indicando, hasta ahora, que todo permanezca en el limbo.

No todas las autoridades comunales son como las que vemos y a Dios gracias, en otras localidades pueden funcionar medianamente otros aeródromos en el país, tal como se destaca en la crónica aparecida recientemente en un medio de comunicación.

Leamóslo:

Resultaron claves para la conectividad y la creación de puentes aéreos ante emergencia del terremoto:
Catástrofe demostró relevante función de los 358 aeródromos y pequeñas pistas del país

 

Muchos de ellos están amenazados por el crecimiento urbano. Federación Aérea pide que se protejan y mantengan por ley. 

Por SOLEDAD NEIRA

“No son una molestia, ni el lujo de algunos vecinos (…) son vitales para la conectividad y quedó demostrado en esta catástrofe”, enfatiza el presidente de la Federación Aérea de Chile (Fedach), Julio Subercaseaux, al valorar la existencia de más de 300 aeródromos y pequeñas pistas en Chile insular y continental.

Nacidos hace más de medio siglo en potreros alejados de centros poblados, el crecimiento urbano “se los comió” y muchos ya están dentro de la ciudad. Algunos están en terrenos fiscales y los municipios quieren darles otros usos: viviendas, centros recreativos, parques o hasta un zoológico, como en Linares.

El caso más emblemático es el de Tobalaba, que comparten el Club Aéreo de Santiago y Carabineros. Tras el terremoto “fue vital en el puente aéreo para ayuda humanitaria”, asegura Subercaseaux. Unos 150 pilotos en 60 aviones movilizaron más de 20 toneladas diarias de alimentos, ropa y medicamentos a apartadas localidades entre el Maule y Tirúa, en la Región del Biobío, adonde era imposible llegar por tierra, apoyando el puente aéreo de la Fuerza Aérea (FACh), que instaló dos bases de operaciones en la zona de catástrofe.

Millones de chilenos damnificados y aislados descubrieron en la vía aérea “la” alternativa cuando los caminos estaban cortados. A diferencia de las carreteras, las pistas de la red aeroportuaria no tenían daños y tampoco el sistema de radioayudas y navegación aérea, afirma el secretario general de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), Pablo Ortega.

“Tenemos que tomar conciencia de su importancia y protegerlos”, dice Subercaseaux. Y advierte que es urgente una normativa legal que resguarde su existencia e impida que los planos reguladores permitan construir edificios cerca de las pistas. Y es que los grandes paños de estos aeródromos, de 40 y hasta 100 hectáreas, son muy apetecidos para todo tipo de proyectos.

Tras el terremoto, y buscando alternativas, los pilotos desempolvaron cartas ubicando antiguas pistas cerradas o casi en desuso: Curicó, Cobquecura y Pichilemu se habilitaron y recuperaron. “Probablemente en tiempos de paz no se las valora, pero en catástrofes es una capacidad vital para apoyar a esas personas”, dice Ortega.

 

 

 

 


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