Desde el sábado 3 recién pasado, el pintor autodidacta Héctor Luis Pacheco Urzúa -que empezó a pintar a los cuarenta y tantos, después de “sacar otras tareas adelante”- está exhibiendo sus obras pictóricas a la comunidad pichilemina, principalmente.
En efecto, hace dos semanas -con el apoyo de su Escuela “Digna Camilo- inauguró en la que fue su sala de clases -ahora convertida en Biblioteca- una exposición con catorce de sus obras; las que fueron apreciadas por más de 50 de personas, entre profesores, amigos, familiares y amantes de la cultura.
En el acto inaugural, el profesor Gustavo Saldivia -que reemplazó a la directora, la que sufrió un repentino imprevisto- se refirió al importante y significativo momento de que un alumno de ese colegio volviera a las aulas, ahora no a estudiar, sino a mostrar su talento a través de la pintura.
Debemos recordar que, fue precisamente una profesora de esa Escuela -ahora en la nortina ciudad de Arica- quien incentivó a Héctor Luis y descubrió en él, un talento que nunca pudo desarrollar, sino hasta hace poco tiempo atrás, en que consideró que ahora podía darse el tiempo para abocarse, paralelamente a su trabajo, a pintar.
Tras la intervención del profesor Saldivia, la maestra de ceremonias -oficiado por Karina Plaza- fue quien se refirió a la obra de Héctor Luis Pacheco, anunciando que la muestra continuaría abierta al público en su local, de Angel Gaete, al lado de ferretería El Canelo, para que el público pichilemino aprecie la pintura de este pichilemino.
Igualmente, hizo uso de la palabra uno de los hermanos de Héctor Luis, quien agradeció a la escuela y a todos quienes han apoyado a su hermano artista, mostrando su orgullo y la felicidad de la familia Pacheco Urzúa.
Y concluyó el acto, con las palabras del propio artista quien mostró su tremenda satisfacción de estar en esa instancia, rodeado de personas que estima y respeta y que de una u otra forma le han apoyado; invitando finalmente a compatir un cóctel.
Quienes visiten esta muestra pictórica, quizás no aprecien una gran técnica, pero sin duda verán que en esos paisajes y obras simbólicas hay más que pintura: hay colores, hay amor a raudales expresados por una persona que pasó de un rudo oficio -como es la vulcanización- a los pinceles.
Y eso no lo hace cualquiera. Eso requiere mucho más que técnica, ¡amor!
