Aunque felizmente la propia naturaleza, con las lluvias de las últimas horas está ayudando a controlar el incendio que afecta a “nuestras maravillas” australes como lo son las Torres del Paine; mañana en horas tempranas, pero no precisadas, parte una delegación de bomberos expertos en el combate de incendios forestales, entre los cuales viaja una delegación de pichileminos, de la Brigada contra Incendios con asiento en Pueblo de Viudas.
Así lo señala un reporte llegado hace poco a “pichilemunews”, el que indica que en un vuelo especial de un avión de la Fuerza Aérea, viaja una delegación de bomberos a apoyar a los cientos de brigadistas que están combatiendo en las inmediaciones de las Torres del Paine.
La información indica que éstos viajan a cargo del Jefe de la Brigada de incendios, el pichilemino Jarvis Galáz Eloz, con la misión de colaborar en el extinción del incendio provocado accidentalmente por un turista checo. Y que ha terminado con cientos de hectáreas de hermosa vegetación; siendo hasta ahora incalculables los daños tanto la flora y fauna del Parque Nacional.
Si bien las condiciones climáticas en los últimos días han variado con las lluvias; los mandamases de CONAF han estimado igual -en una medida quizás un tanto a destiempo- el envío de refuerzos. Responsabilidad que ha recaído en personal pichilemino, combatientes preparados y contratados por el organismo estatal. Y a los que deseamos una acción fructífera.
El hecho que incluso ha causado conmoción mundial por el daño a una zona protegida de una singular belleza, nos hace reflexionar de la precariedad de estos lugares ante situaciones como la que comentamos. Asimismo, a raíz de la multa irrisoria que se le cursó al turista -que da lo mismo su ciudadanía- y el contraste con la protección que otros países tienen cuando se les daña su patrimonio; como es el caso de los jóvenes chilenos -uno de ellos aún detenido en el Cusco, Perú, por atentar con graffitis un muro que es parte de un monumento histórico.
Estoy totalmente de acuerdo que los jóvenes tienen que pagar el daño provocado, pero se ve la desproporción en la forma de aplicar y dilatar una acción -por parte de la justicia peruana- y, por otra, ver cómo se enfrentó el caso del turista que provocó el incendio; el que se encuentra visitando otro país mientras los daños aun siguen su curso.
Por otra parte, ha quedado patente la poca protección, por no decir nula, con que cuenta el estado chileno para enfrentar un siniestro de estas características; perjudicando los recursos naturales.
Ahora el que lo haya provocado accidentalmente un turista extranjero, es parte de lo anecdótico, porque perfectamente podría haber sido un turista chileno, provocando igualmente daños irreparables, como ha acontecido en montones de oportunidades en otras regiones.
Sencillamente, seguimos siendo -en este aspecto- un país del tercer mundillo.
