El día 6 del presente mes se cumplieron cien años de la fecha del nacimiento de don Agustín Ross Edwards, considerado como una de las grandes figuras patricias de Chile.
Don Agustín Ross nació en la ciudad de La Serena donde recibió las primeras enseñanzas y ya adolescente fué enviado por sus padres a Inglaterra a completar sus estudios en la ciudad de Edimburgo.
Su padre era natural de Escocia y en esa época servía el cargo de Cónsul de Gran Bretaña.
Vuelto a Chile se ocupó en el Banco de su tío Agustín Edwards Ossandon.
Allí desde el más humilde cargo llegó a ser el socio principal del Banco.
Al mismo tiempo administraba fortuna de su hermana doña Juana Ross de Edwards.
En la administración pública ocupó cargos de importancia, como la representación de Chile en Gran Bretaña, después del triunfo de los revolucionarios en el 91, de los que fué decidido partidario; vuelto a Chile fué Consejero de Estado y elegido senador por Coquimbo desde 1894 hasta 1911. También fué Ministro de Hacienda bajo el gobierno de don Pedro Montt.
Además de diplomático y de parlamentario fué conferenciante y gran escritor, contándose entre sus obras varias sobre política y economía.
Creó el balneario de San Vicente en Concepción y gastó muchos millones en formar el nuestro, con sus grandes terrazas, bosques y obras de adorno.
A él debemos la construcción del Gran Hotel Ross, de las magníficas terrazas y del hermoso Parque y Bosque que rodean la parte sur de la población.
El Sr. Ross dejó de existir en Viña del Mar a fines de Octubre de 1926, a los ochenta y tres años de edad.
Pichilemu recordará siempre con cariño la figura de este eminente hombre público que dedicó gran parte de las energias de su vida a darle importancia como balneario invirtiendo, como hemos dicho, gran parte de su fortuna en la construcción de las obras que hoy son el mejor ornato de nuestro pueblo.
La prensa de la capital ha dedicado largos artículos para recordar su figura patricia, símbolo de austeridad, de sublime y abnegado desinterés y de amor a la patria, virtudes que constituyeron siempre el norte de su existencia generosa y apasionada.
