Nació, con seguridad, en el siglo pasado y, muy probablemente, en una de las más hermosas posesiones del inquilinaje de San Francisco de la Palma.
Doméstico sumiso, reservado, fiel y relativamente limpio, se hizo acreedor, por éstas y otras no menos estimables cualidades, á que su patrón, sin perjuicio de continuar mandándolo á la cocina a buscar la fuente, resolvió enviarlo a la Municipalidad á hacer plato,—ya que no plata,—en nombre de la Hacienda.
Ejerce su cargo de Rejidor con tan ejemplar disciplina como elocuente mutismo.