A veces, las grandes oportunidades no se esconden en los discursos ni en los megaproyectos de carpeta, sino en aquellas rutas olvidadas por la centralidad, pero anheladas por la ciudadanía. Tal es el caso del Paso Fronterizo Las Damas, ubicado en la alta cordillera de la comuna de San Fernando, una conexión natural entre el valle de Colchagua y las localidades argentinas de Malargüe y San Rafael, cuya habilitación definitiva podría marcar un antes y un después para el turismo en la región de O’Higgins.
No es exagerado afirmar que el turismo local necesita un impulso real. El potencial existe: viñas de clase mundial, una rica historia patrimonial, paisajes que combinan costa, valle y montaña, y un lago Rapel que ha sabido encontrar su lugar. Pero falta conectividad. Falta audacia. Falta una visión Estatal que entienda que el turismo crece también con caminos.
En el lado argentino, la comunidad ha manifestado un fuerte interés por cruzar hacia Chile a través de este paso. Los argentinos de San Rafael y Malargüe sueñan con llegar a Pichilemu, Rapel o las Termas del Flaco, accediendo a un corredor turístico que hoy está subutilizado. ¿El problema? El paso está abierto solo de octubre hasta abril.
Desde tiempos de la colonia el Paso Las Damas ha servido de ruta para el traslado de animales entre Chile y Argentina en las veranadas o invernadas, con ovejas, por ejemplo. A fines del siglo XIX se proyectó un ferrocarril por este mismo paso, dada su baja pendiente. Hoy, sin embargo, el paso no pretende convertirse en un corredor bioceánico industrial, sino turístico, que incluso no compite con el proyecto del Paso Las Leñas en Rancagua-Machalí. Acá la finalidad es conectar dos vocaciones turísticas complementarias. Desde Mendoza, la tradición andina, el turismo aventura y la cultura del vino; desde O’Higgins, la identidad campesina, la costa sur, el glaciar Universidad y la oferta enoturística de Colchagua que se ha ganado su lugar en el mapa mundial.
Es una oportunidad para toda la Región de O’Higgins. La apertura permanente del paso y el acondicionamiento de la ruta traería consigo una nueva dinámica económica, mayor flujo de visitantes, empleos locales, reactivación de servicios, inversión y asociatividad.
Hoy, que tanto se habla de descentralización y desarrollo territorial, ¿por qué no avanzar en un paso que está ahí, esperándonos? ¿Por qué no exigir, desde las comunidades y los municipios, que el Estado aplique voluntad política, técnica y presupuestaria para concretarlo? El camino ya existe, solo falta mejorarlo, expropiar y construir mini-puentes, para que incluso un “Maruti” pueda cruzar, sin necesidad de tracción 4×4.
Mauricio Donoso Pavez.
Director ejecutivo Fundación Pro Ciudadano. Ex CORE de O’Higgins.