Mi hermano mayor Guayo

Estas sentidas palabras son para ejemplificar la vida de una persona que, por esas cosas del destino, emprendió un viaje: el cual todos en alguna oportunidad iniciaremos en diferentes momentos de nuestra existencia: Un abrazo mi hermano y primo Cristian Eduardo Madariaga Torrealba, más conocido como Guayo.

Tenía muy pocos meses de existencia, y una de las primeras imágenes que se proyectaron es la tuya Guayo. ¿Quién iba a pensar cuántas aventuras íbamos a compartir en todos estos años? Eres (y no fuiste) un hombre lleno de virtudes que partiste desde abajo y, de esa manera, conseguiste todo lo que te propusiste: Desde el cuidado de tus animalitos (los cuales siempre llevaste a la casa de tus dos mamás), pasando por los deportes favoritos, la mecánica y lo que se transformó en tu prioridad: La Familia (Iris, Irisita, Carola, Tefi y Cristiancito).

Fui testigo (y lo sigo siendo) como lo diste todo (y lo sigues haciendo) por tu familia y eso nadie puede en su sano juicio negarlo. Tu legado está proyectado en la hermosa unión que generaste con tu esposa e hijos y que nosotros (traspasando toda lógica) estaremos protegiendo hasta las últimas consecuencias: ¿Cuál es la motivación? Allí te encuentras presente más vivo que nunca.

Me recuerdo muchas cosas que compartimos juntos, cuando me invitabas a ayudarte en tu trabajo (a sabiendas que te podían retar). Fue allí donde pude conocer algunos colegas de labores, de los cuales (puedo confesar) tengo bonitos recuerdos (dentro de los que me acuerdo: Cristian Salas, Nivaldo Toro, Mauricio, etc.).

En este campo de trabajo pude darme cuenta el real sentido de lo que significaba estar en un empleo, y también tu enorme dedicación a ello: el cariño con el cual atendías a tus clientes (incluso las largas charlas y chistes que tenías con ellos) y sin olvidar el aprecio que – hasta el día de hoy- te siguen teniendo hacia tu persona. De hecho, aunque siempre lo pensé, es admirable la unión que tenías con todas las personas que te rodeabas (siendo testigo de aquello).

Mi familia nuclear (mí mamá, papá, hermana, abuelita Anita(mamita) y yo) siempre te consideran el regalón (y lo seguiré hablando en presente), en mi caso eres mi hermano mayor (más que el primo que legalmente somos). Existen muchas anécdotas, ayudas mutuas, conversaciones, conocimientos compartidos, aventuras en las salidas (cuando por ejemplo viajamos a los túneles del ramal Pichilemu (El Árbol y El Quillay) y nos pilló la lluvia generando el problema de cómo cruzar el Puente San Miguel), entre otras cosas que atesoro en mi corazón. Por ese mismo lazo que generamos, eres mi padrino de confirmación. Me recuerdo esa vez que sin dudarlo decidí que debías serlo y si tuviera la oportunidad de hacerlo otra vez el pensamiento sería el mismo: El Guayo.

Uno de los momentos que más guardo en mi mente fue perfeccionar algo tan bonito (y la verdad siempre me ha gustado) como es la conducción de autos: Aprendí hartas mañas como también tuve la oportunidad de observar y memorizar formas de cómo reaccionar ante situaciones complejas.

Con el pasar del tiempo, fui creciendo (a pesar de estar estudiando y luego viviendo fuera de San Fernando), pero me llevaba el tracklist de Soda Stereo, Virus, con los cuales me impulsaste (sin querer) a que pudiese interpretar instrumentalmente varias canciones de esos grupos. Esto es un barniz de la complicidad que tenemos por la eternidad, lo cual sigue siendo el sello de conexión entre nosotros hermano querido.

Fue en esos años (como lo menciono anteriormente) que estuviste jugando a la pelota con tus amados equipos: Pedro Astorga y Los Magníficos. En esta instancia te encontraste (y reencontraste) con amigos, familiares quienes te guardan respeto, admiración y lo más importante: un ilimitado afecto.

Guayo, mi hermano mayor y primo querido, siempre estaré agradecido de ti, sé que nos acompañas siempre (por eso no escribo las palabras clichés), eso sí te pido como favor que cuides a mi mamita, mandes saludos a la tía Tere (a quien no pude conocer), entregues mi cariño al Titan, Colmillo, Diana, Tuco, Winnie y en especial nos esperes con los brazos abiertos cuando nos reencontremos y podamos seguir nuestras vidas como lo hemos realizado desde la primera vez que te conocimos.

Un abrazo hermano querido, agradecido por todo

Juan Cornejo Torrealba

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