¿Y el feminismo en Pichilemu? De la sororidad, deconstrucción, de la violencia y la muerte

La segunda mitad de la década del 10, va a ser recordada en el siglo XXI como “el gran despertar de las masas femeninas”. El mundo no volverá a ser el feudo donde los hombres lo controlan todo: las leyes, las relaciones de pareja, la cultura, la historia, la filosofía… En nuestra América Latina estalla en forma masiva a principios de 2016, a consecuencia de la violación y muerte de dos jóvenes argentinas en la ciudad turística-bohemia de Montañita en la costa del Ecuador. Miles de mujeres marchan en el gran Buenos Aires bajo la consigna de “Ni una menos”. Y es que el pensamiento crítico ya no soporta esas voces retrógradas que, a veces inconscientes y otras no tanto, parecen culpar a las propias víctimas: “¡Como se les ocurre viajar solas…!”. En Chile es la violación y muerte de varias niñas la que llama a marchas y a la creación de movimientos sociales en pos de la igualdad de género. En el mundo es el movimiento “Me too”, luego de las acusaciones de abuso de un famoso productor de Hollywood. En contra parte nace la “sororidad”, término acuñado para representar la unión, compañerismo y solidaridad entre mujeres.

Este año, lo lógico era que fuese el movimiento NO+AFP quien pusiera los temas sobre la mesa del quehacer nacional, muy por el contrario, es el movimiento feminista quien lleva la voz cantante. Hasta fines de junio, son más de una veintena los centros de estudio tomados o paralizados en pro de, además de petitorios internos que nada más y nada menos tiene que ver en algunos casos, con abusos contra mujeres en las mismas casas de estudio, a en general “una educación no sexista”. Tema básico es el cambiar los paradigmas de nuestra actual educación, aunque el foco debería estar siempre en la calidad, no es menos cierto que un cambio en la forma machista en que actualmente se nos educa en las aulas, es esencial para un cambio de fondo que se pueda apreciar en las nuevas generaciones, para que sean nuestros hijos y nietos los que acepten las diferencias y al mismo tiempo construyan un mundo en igualdad de género.

Pero, ¿qué debemos hacer quienes ya adultos fuimos educados en estos valores patriarcales y machistas? Pues bien, debemos trabajar en “deconstrucción”. Este término no es más que comenzar a ver las relaciones humanas al amparo de la igualdad, advirtiendo en un proceso tanto personal como colectivo de reflexión en cuanto a lo que hacemos día a día, responde a un patrón (mal) aprendido en donde es la visión masculina la que pasa a llevar a la mujer en igualdad. ¡Entonces! Debemos “destruir” ese patrón, y actuar con una renovada “construcción” al amparo de la igualdad de géneros.

Las justificaciones de esta revolución se dan en el diario vivir, se suceden en los noticiarios las alarmas de “violencia”, violación y muerte en contra de mujeres, jóvenes y niñas. Son diversos los contextos de estas manifestaciones, que en gran medida se producen en el ámbito de las relaciones de pareja, aquí se han naturalizado abusos a lo largo de la historia, pues bien, “cualquier manifestación que vulnere la capacidad de elección libre de una mujer”. Ya sea sentimental, económica, laboral, sexual: Es violenta, es violencia, y punto.

En Pichilemu, ciudad campesino, obrera, rural, conservadora, donde la derecha arraso con el triunfo de Piñera. Es hombre el alcalde, 5 de los 6 concejales, el gobernador provincial, el C.O.R.E., el jefe de: bomberos, carabineros, P.D.I., capitanía de puerto, y del hospital, el director de este diario online, y quien escribe. Se salvan de este machismo explicito; La concejala PS “M. Verónica Ramírez”, la directora del C.C. Agustín Ross “Flor Ilic”, además de una decena de dirigentes sociales y emprendedoras mujeres. Todas hacen una esplendida labor entre hombres, demostrando que las mujeres si son capaces de ocupar cargos públicos de importancia, pero ¿Porqué en el año 2018 las mujeres solo se quedan ahí? En cargos de cierta manera usuales para mujeres, como lo es una presencia mínima en el consejo municipal y en la cultura en el C.C. ¿Por qué no hay al menos la mitad de concejalas? Si en Pichilemu viven 8.289 mujeres y 8.105 hombres (según el último censo) ¿Las razones de la falta de mujeres en cargos importantes? Primero lo dicho con anterioridad, es decir, una ciudad donde las tradiciones campesinas se demuestran no solo para el 18 de septiembre, sino que también en el diario vivir de las mujeres. El desafío es entonces no perder las tradiciones, pero si las situaciones de violencia de género. Segundo, la falta de una institución de educación superior en la ciudad, conlleva a que los jóvenes,quienes son siempre quienes llevan los cambios a la práctica, se vayan (espero) a hacer las revoluciones a las grandes ciudades. Tercero, el fenómeno del surf, la tranquilidad y hermosura del lugar, han convertido a Pichilemu en “El edén de los Hippie”. Aletargados e individualistas, preocupados por su bienestar espiritual sin mirar el colectivo, participan poco y nada. Y cuarto, el alto grado de embarazo juvenil, hace que las mujeres jóvenes pasen tempranamente a las labores de hogar, y posterguen el desarrollo profesional, la política activista, etc.

Finalmente el mayor paradigma de esta lucha a nivel planetario es como no: “El aborto libre”. Porque no abra una real igualdad de géneros, si no son las mujeres quienes decidan, antes que nadie más, sobre “sus cuerpos”. Apenas cruzando los andes, los argentinos como siempre nos llevan varios kilómetros de adelanto en temas de desarrollo valorativo, aprobaron en una primera instancia el aborto libre hasta las 14 semanas, apenas unos años después del gran boom de este movimiento social femenino. A este lado de la cordillera; “mojigatos y conservadores”, se alzan más y más fuertes voces que exigen sus derechos, espero que no sean 20 ni 30 los años que deban esperar las mujeres para decidir sobre sus cuerpos.

El movimiento se va apagando, la toma central de la U. de Chile se ha bajado luego de negociar un petitorio extensísimo, lo que arrastrara a varios otros planteles en tomas o paros. Pero la semilla de mujer que ha brotado en el mundo, vino para quedarse. No me queda más que agregar a la “muerte” en pregunta: ¿Sí esta revolución hubiese sido antes? Sí nuestra cosmovisión las hubiese acogido, si este mundo de hombres las comprendiera en su tiempo. Quizás no se hubiesen suicidado… Virginia Woolf, novelista lirica entre guerras, lleno su abrigo de piedras y se lanzó a un río caudaloso. Alejandra Pizarnik, escritora interrogante, en una noche tomo 50 pastillas de seconal. Alfonsina Storni, poetiza natural, se interno caminando para siempre en el mar. Violeta Parra, mujer supla consiente, artista multifacética, se dio un tiro en la cabeza.

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