Una serie de restricciones me impiden -como hubiera querido- cumplir con algunos de mis compromisos autoimpuestos, como el artículo que había comprometido sobre el “Desastre de los Ferrocarriles” en la era dictatorial como en la democracia concertacionista.
Problemas en mi modesto computador, aun no resueltas, impiden recabar toda la información que requiero, pese a la disposición y valiosa información que nos presta nuestro dilecto y anciano amigo, Don Antonio de Petrel, para fundamentar nuestra información y dichos.
Junto con esta nota, aprovecho de agradecer los comentarios que ha suscitado mi reciente artículo sobre los 81 años de la llegada del primer tren de pasajeros a la costa pichilemina.
Halaga y sonroja nuestra modestia, el que algunos no menos calificados ciberlectores estén atentos a lo que escribe nuestra pluma.
Justamente, para seguir en una línea similar y no defraudar, es que nos daremos un poco más de tiempo para referirnos al señalado artículo pendiente. No es nuestra idea que pasen años para hacerlo, en espera de que aquel proceso se revierta positivamente, aún pese a que accederá un nuevo mandamás en EFE, el abogado Vicente Domínguez, en reemplazo de Guillermo Díaz, funcionario del gobierno de Lagos y de Bachelet, involucrado en hechos de corrupción que se están investigando.
LOS FERROCARRILES, PICHILEMU, LA CORRUPCIÓN Y LOAS A NUESTRA PLUMA
