Hoy, a las 15.37 horas -hora de Chile- falleció su S.S. Juan Pablo II dejando atribulado prácticamente al mundo entero, después de cumplir casi 26 años de pontificado, el tercero más largo de la historia. En tanto, ayer, se cumplían 18 años de que pisó suelo chileno en su histórica visita en el año 1987, trayéndonos su palabra evangelizadora, de fe y esperanza en un Chile que, con ansias, deseaba volver a la democracia y encontrar respuesta a muchas interrogantes producto del gobierno dictatorial a la época.
El Papa Juan Pablo II se fue en medio de la consternación del pueblo cristiano, pero también con muestras de reconocimiento de parte de otros credos religiosos y respeto de agnósticos, por su estatura moral y gran labor en beneficio de la paz mundial y apoyo a las minorías más desprotegidas de todo el mundo.
El máximo dignatario de la Iglesia Católica fue una de las grandes figuras del siglo pasado y será parte importante de nuestra historia, en dos momentos claves: 1978 -a pocos meses de asumir- acepta ser “mediador” en el conflicto limítrofe que tenía a nuestro país y a nuestros hermanos argentinos al borde de la guerra, por la soberanía de Islas en el extremo austral de Chile . El importante papel asumido en ese impás, a través del recordado Cardenal Samoré, permitió llegar a una solución al conflicto, dando la PAZ a ambos países.
Y, más tarde, con su visita histórica de seis días, a partir del 1° de Abril de 1987, que le permitió recorrer el país y llegar, aparte de Santiago, a Valparaíso, La Serena, Concepción, Temuco, Puerto Montt y Antofagasta. Ahí, junto con conocer la realidad de lo que estaba viviendo el país, pudo escuchar la voz de pobladores, trabajadores, entre otros, que demandaban el advenimiento de la democracia, el respeto a los derechos humanos, justicia social, etcétera.
Su peregrinaje -como Mensajero de Cristo- lo llevó a realizar 104 viajes a través del mundo, convirtiéndose verdaderamente en un Papa que llevó su palabra redentora, de esperanza, con vigor, entusiasmo y decisión. Es más, no dudó en manifestar sus diferencias con decisiones de fuerza impuestas por el Presidente Bush y aliados, provocando destrucción, muerte y miserias a pueblos y países.
¿Qué viene ahora?
Tras sus exequias que durarán nueve días y donde seguramente todos los dignatarios del mundo llegarán a Roma a darle la despedida ya personalmente o a través de enviados y/o representantes, al décimo quinto día está previsto que los Cardenales unos 120- de un total de 184 Purpurados, voten por un nuevo Pontífice y para lo cual debe reunir una mayoría de dos tercios más uno. Si ello se produce, las tablillas de votación serán incineradas con un producto químico que provocará humo blanco, dando la señal que hay acuerdo y un elegido. Tras ello, el Prefecto del Colegio de Cardenales se acerca al Cardenal elegido y le pregunta si acepta el cargo y si se acepta con qué nombre desea ser llamado. Ya con la respuesta sale al balcón una voz autorizada presumiblemente el Cardenal Medina- quien grita HABEMUS PAPAM. Acto seguido, el Sumo Pontífice sale a entregar su primera bendición desde el balcón, a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
Los Cardenales octogenarios unos 64- no votan y no entran a la capilla , pero si pueden ser elegidos.
¿Quién será el elegido?
Difícil saberlo, sin embargo con certeza podemos decir que será imposible que el nuevo Papa logre borrar la huella profunda de amor y cariño que le profesó y seguirá por mucho tiempo- profesando el mundo cristiano.
El gobierno chileno como la mayoría en el mundo decretó Duelo oficial por tres días. Mañana domingo, prácticamente en todas las iglesias, parroquias y capillas se ofrecerán misas en su memoria, como también coincidente con el Domingo de Cuasimodo se realizará en la Parroquia Inmaculada Concepción.
