En estado de UTI… la salud en Pichilemu

Dejo atrás el mayor o menor número de turistas que vinieron en verano a la ciudad, dejo al oeste al encanto enamorado del mar, las arenas, playas y las dunas, afilo mi arma, la pluma, y nos vamos con el tema que a todas luces reviste la mayor importancia para el ser humano, con sus inciertas calibraciones físicas, sus achaques calamitosos y sus males fraudulentos. La salud, la condenada salud.

Vamos de lo macro con un enfermo en caída libre, hasta un caso cotidiano en lo más micro. La infraestructura de la ciudad se basa en un 99,9% del Hospital (desde ahora en adelante “H.”). El grueso del edificio actual no ha sufrido grandes cambios en el último tiempo, no obstante la sección de urgencias fue ampliada y remodelada hace pocos años, es decir, nada más que una manito de gato, que no soporta el aumento exponencial de pacientes en verano, pero que sí absorbe de manera satisfactoria (algunas de) las urgencias acaecidas el resto del año.

Sobre la urgencia del H he leído y recibido decenas de comentarios, en su gran mayoría quejas hacia los funcionarios. Pues bien, este artículo no caerá en particularidades de tal o cual ocasión en que la atención de urgencias no fue la esperada por el paciente, muy por el contrario, sé que la mayoría de los funcionarios dan lo mejor de sí con los escasos medios que tienen a disposición. Sí diré que la mayoría de las quejas son por los tiempos de atención o sobre diagnósticos errados, sobre este primer punto estableceremos una pequeña y simple pedagogía de urgencias, ya que distinto a lo que creemos la mayoría de las personas (también me confieso, lo creía antes de buscar literatura a este respecto) la atención de urgencias no es en caso alguno por orden de llegada, sino que existe un protocolo creado en Francia llamado “Triage”, el cual establece que según el grado de complejidad de la emergencia, será el orden de prioridad que tendrá el paciente a la hora de pasar al box de atención. Este protocolo categoriza en 5 niveles a los pacientes, desde la prioridad número 1 hasta la número 5. Así en la Triage número 1 encontramos a los pacientes graves que deben ser atendidos de inmediato, como por ejemplo en caso de un paro cardiorrespiratorio, mientras que en el número 5 encontramos a pacientes que podrían ser atendidos inclusive en una consulta ambulatoria. Vale la pena señalar que cada numeral será atendido después que se hayan ingresado los números precedentes, por tanto un paciente evaluado en Triage 4 será atendido luego del 1, 2 y 3, es por esto que a mayor cantidad de pacientes en verano, mientras continúen llegando personas evaluadas en Triage 1 o 2, el tiempo de atención será mucho mayor para los evaluados con 3, 4 o 5. Creo que aquí puede radicar el mayor colapso que en ocasiones puntuales se produce en la añorada temporada estival.

Es de gran importancia realizar esta distinción entre las urgencias evaluadas en los distintos numerales del mencionado sistema Triage, ya que en absoluto sentido estricto de la palabra, en la urgencia del H de Pichilemu se pueden atender urgencias graves. Por otro lado, sí se atienden urgencias de otros niveles, es decir, mordidas de viejos perros mañosos o lúgubres arañas escondidas, desprevenidas pisadas sobre clavos oxidados, caídas simples en bicicleta, esguinces, torceduras o quebraduras de extremidades varias, que en general solo necesiten de un inmaculado yeso garabateado.

Sobre diagnósticos errados “errare humanum est…” Chile tiene facultades de medicina de primera línea mundial y los profesionales que allí estudian corresponden en su mayoría a estas virtudes. Ahora bien, quisiéramos que los doctores de más experiencia atendieran en la salud pública tanto en Pichilemu como en todo el país, por supuesto que sí, pero esto no sucede, ¿por qué? Porque los presupuestos de salud actuales del Estado no pueden competir con el sistema privado de salud, específicamente con los sueldos que allí se pagan a los profesionales más calificados o de más experiencia. Esto produce dos grandes consecuencias, la primera es que los puestos de médicos sean cubiertos en el sistema público con doctores jóvenes de menos experiencia y con doctores extranjeros. Estos últimos no pueden ejercer de inmediato, sino que deben rendir el dificultoso y famoso examen de habilitación llamado “EUNACOM”. Este segundo caso no es el de la ciudad que nos abriga, ya que solo existe una doctora extranjera en el H de Pichilemu, por el contrario esto constituye un alto porcentaje en la atención pública en las grandes ciudades, en hospitales míticos como el San José, por ejemplo, que intenta cubrir a duras penas a los millones de habitantes de toda la zona norte de Stgo., abundan los experimentados médicos cubanos y ecuatorianos, que en su gran mayoría resultan más afables, comprensivos y cercanos que los doctores chilenos.

Además del servicio de urgencias, el H de Pichilemu cubre todo lo que respecta a la medicina general, es decir todo lo que no es operable, como resfríos comunes, gripes virulentas, lupus mal criados, saladas hipertensiones o diabetes azucaradas. Ahora bien, ¿qué debe hacer un enfermo para atenderse? Primero debemos esperar que su achaque sea leve o su mal no dure cien años, porque de todas maneras debe permitirle levantarse muy temprano para ir a pedir hora, si no puede desembrollarse del mal que le aqueja o de las sábanas, o si no tiene un perrito que le ladre y pueda con su carnet ir a solicitar una consulta por Ud., quedará sin atención, porque los números que se reparten por orden de llegada son por supuesto limitados, con lo que llegar a primerísima hora es impetuoso. Luego de tener una consulta efectiva con el doctor en medicina general, es posible que necesite de un especialista donde ser derivado. ¿Existen en el H de Pichilemu médicos especialistas? La respuesta es en absoluto negativa, ya que no existen médicos especialistas a disposición de los pacientes en el H de Pichilemu. Este vacío es cubierto con interconsultas al Hospital de Santa Cruz.

Radica aquí entonces el principal problema de la salud en Pichilemu, la nula existencia de médicos especialistas, lamentablemente este mal crónico no es exclusivo de la ciudad de Pichilemu, muy por el contrario este es el gran cáncer de la salud a nivel nacional, ya que si en la ciudad capital de una provincia central del país no se cuenta con médicos especialistas, usted se podrá imaginar lo que sucede en sectores rurales, ciudades apartadas o pequeños pueblos. Pero sin ir más lejos, el déficit de los médicos especialistas no escapa a las grandes capitales regionales o a Stgo., siempre claro, refiriéndonos a la salud pública. Porque la salud privada no sufre estos males, paga mejores sueldos, la oferta de salud es abundante para quien puede pagarla. Por supuesto que nuestra carta fundamental, la ley que rige a todas las otras leyes, la Constitución Política de la República de Chile, la del “plebiscito del 80”, asegura el derecho al acceso al sistema de seguridad social (en donde encontramos tanto a la salud, como al sistema de pensiones, la cobertura de los accidentes del trabajo, etc.), y lo que es mejor aún para el engranaje neoliberal que nos cobija, asegura el derecho a “elegir” entre el sistema público o privado. Sabemos bien que la elección no pasa por una manifestación libre de la voluntad soberana de cada individuo, muy por el contrario, quien puede “elegir libremente” es quien tiene la capacidad económica para disponer de sus ingresos. El que puede (pagar) puede.

Y aunque se avanza en la construcción de un nuevo H en la ciudad, emplazado en una zona que no tenga riesgo de inundación, lo cual aplaudo, creo que el problema de las especialidades escapa a la mejor cobertura que una nueva infraestructura pueda otorgar. Es decir, el problema de la falta de especialistas no se solucionara con un nuevo H.

Al servicio de urgencias y a la medicina general, se le debe agregar el Departamento de Odontología y de Maternidad del H.

A lo anterior debemos sumar las labores del Departamento de Salud de la Municipalidad, entre las cuales debemos aplaudir algunas iniciativas y criticar fuertemente otras. En el segundo caso, no comprendemos cómo el Concejo Municipal pudo aprobar el mejoramiento de los estacionamientos del H. dando luz verde a un proyecto de $79.649.200, es decir, casi 80 millones de pesos que perfectamente pudieron usarse de mejor forma. Mis loas en cambio, para la adquisición del reciente nuevo sillón odontológico portátil, que vendrá a aportar en las atenciones periódicas que se realizan en el, por así decirlo, “dentífrico-móvil”, el cual funciona instalándose en diversos puntos de la ciudad y sus alrededores cubriendo las necesidades de Odontología de quienes no pueden acceder en forma física al H, además de descongestionar el mismo con esta excelente iniciativa que lleva ya varios años. Pero sin dudas uno de los mayores aportes que he visto en el último tiempo desde la Municipalidad hacia la salud, es el examen preventivo de VIH y sífilis en mayores de 15 años y de cáncer de próstata en mayores de 40 años a realizarse en el Centro Cultural los días 30 y 31 de mayo del presente año entre las 09:00 y las 16:00 hrs. Los invito desde esta tribuna literaria a realizarse estos exámenes y a valorar la medicina preventiva, más barata y eficiente que curar después de la herida.

Finalmente, la oferta de salud privada es pequeña, existe el CDEMP ubicado en Av. José Joaquín Aguirre, el cual mayoritariamente atiende consultas odontológicas. En cuanto a “especialidades”, es cierto que tiene algunas específicas como reza su cartel de entrada, pero relacionadas a áreas algo secundarias de la medicina, me refiero a la nutrición, psicología, kinesiología, radiología y podología, que es básicamente la oferta que encontramos en este centro médico privado de salud local, donde tampoco encontramos “medicina especialista en salud primaria básica”, como lo sería un oncólogo o un diabetólogo.

En conclusión:

1) El estado de UTI de la salud no es un mal de Pichilemu, es un mal a nivel nacional, del cual la ciudad inserta en este país no puede salvarse.
2) Uno de los síntomas de este enfermo en la UTI es la falta de médicos especialistas en el sector público de salud.
3) La legislación nacional privilegia el derecho a elegir y no el derecho a ser cubierto.

APARTADO CASO COTIDIANO: Es jueves 03/05 y dos helicópteros, que de color verde, con letras y números pintarrajeados de negro, que presumo pertenecen al Ejército de Chile, se entrometen en el silencio inquietante que produce el mar en todos los segundos del día, alborotan a los quiltros en su sueño de mitad de mañana, hacen huir despavoridas a las pequeñas aves que no se explican que condenado pájaro sobrevuele el firmamento, dos helicópteros que parecen jugar “al pillarse” velozmente uno tras otro. Pienso que nunca me he subido a uno de ellos, en que de verdad deben estar muy divertidos sus pilotos maniobrando tamañas máquinas. ¡Corte! Día siguiente, viernes 04/05. Un chico de 13 años sufre un accidente en la localidad de Barrancas, su situación es grave, tanto así que el traslado no puede ser, como es de costumbre, ni a Santa Cruz ni a San Fdo., sino que tan solo en forma directa al Hospital Regional de Rancagua. El viaje normal en auto tarda alrededor de tres horas, el viaje con balizas a todo dar, auguro que dos horas apróx. Me sacude la noticia, pero mucho más el pronóstico “…hay que orar, a quien Ud. crea, porque el niño llegue vivo al Hospital Regional…”. La pregunta es una y no creo escape a ningún sentido común (si es que acaso esta construcción irreal existe), ¿no podrían las F.F.A.A., por ejemplo con algún porcentaje del 10% con que se financian de CODELCO, contribuir en la salud del país, más que con hospitales de campaña para las emergencias? El niño llegó con vida a Rcgua., su situación fue gravísima durante algunos días hasta que salió adelante. Seguramente sus ganas de volar en helicóptero o, aún mejor, con sus propias alas fueron más fuertes. Hasta el cierre de esta entrega mensual, el pronóstico del niño es alentador, aunque es posible que quede con pequeñas secuelas. Quizás si el traslado hubiese sido más rápido, quizás si en Pichilemu hubiesen existido las condiciones para atenderlo aquí mismo, quizás, solo quizás…

Agradezco de sobremanera a mis amigas profesionales, las cuales permitieron que no usara en forma tan errada el lenguaje técnico de salud.

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