Se pinta el mar

EDUARDO MARQUINA (Español)

La tierra es toda vida
y el mar es todo amor.
En el amor hay escondida
una fuerza más grande que la vida:
la tierra es creatura y el mar es creador.

Todo el mar es misterio resonante
y palabra inicial:
nada hay a espaldas de él, nada hay delante
el mar es una eternidad constante
y un movimiento en lo inmortal.

Escapa al pertinaz conocimiento
y prolonga en fantasma la visión:
el mar es elemento
hermano del pensamiento
y lecho azul de la imaginación.

Las mujeres suspiran
cuando a la tarde miran
la gran fatiga, hecha pasión del mar:
toda mujer quisiera
en una noche encapotada y fiera
estarse a solas abrazando el mar.

Los marineros de canosa frente,
estatuas que han esculpido su garra omnipotente,
pasan como hombres tipos a la orilla del mar:
llevan en sus pupilas el misterio
y tienen un hablar de magisterio,
mamado en su nodriza, la recia tempestad.

A las mozas alegres de la costa,
cuando más lindas van, se les agosta
en solo un día toda su beldad:
prometidas tal vez a un fiero esposo,
pierden en un abrazo misterioso,
como la tierra en Junio, toda su majestad.

Los barrios, junto al mar, de pescadores,
son hornos de fantásticas mentiras,
cunas de unos deseos buscadores,
que se echan a volar emprendedores
renuevos de la tierra, en arriesgadas giras.

Las noches, en las casas marineras,
vienen con parpadeos de quimeras
poniendo luces rojas en todas las ventanas:
detrás de unos cristales arden unas pupilas
espiando las sombras intranquilas
y en atisbo de barcas lejanas.

Entre las rocas de la costa alzada
se oye un extraño hablar de madrugada,
de gentes que en la noche vigilaron:
las barcas, animedas de un deseo,
tienen un misterioso balanceo
y nunca se están quietas en donde las dejaron.

Las casas de los pueblos marineros
abren todas al mar sus agujeros:
rejas y puertas y ventanas
toda la vida de la mar esperan.
al monte sólo irán cuando se mueran,
al quieto cementerio de las tapias enanas.

Oh, mar! Oh, extraño mar! Oh gran misterio!
Oh! No saben tus gentes el imperio
que ejerces en sus almas!
Tu has sabido a travez de las edades,
garantir con tus altas tempestades
la magestad suprema de tus calmas.

Santo mar! fuerza nueva, agua querida,
adobo espiritual de nuestra vida,
campo siempre fecundo a la mirada!

Sólo tú, cuando un ansia la enajena,
pones la gracia de una paz serena
en la pupila fácil de la Amada!

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