Lo que me dijo el mar

No se den por ofendidos
Los grandes que siempre han sido.

Tendido sobre una roca,
fija la vista al zenit,
pensaba….. no sé qué cosa;
pero esos mares sin fin
ejercen su accion potente,
bienhechora, sobre mi.
Crei soñar, i a la distancia
seres intanjibles vi
que venian impulsados
por el viento en su rujir.
La brisa cantó silente
i sus arpejios senti
como música del cielo
i al instante me dormi.
Entonces el mar inquieto
en su eterno ir i venir,
se me acercó silencioso
i su secreto aprendi:
“Oyeme atento, me dijo,
que sabrás mucho por mi:
Todos esos veraneantes
que de lejos ves venir,
estan enfermos del alma
i muchos creen morir
a causa de las heridas
que les hizo gran sufrir.
Pero tambien muchos otros,
con ambicion de surjir,
se vienen llenos de pompa
i de necedades mil.
So pretesto de placeres
en su cerebro febril
forjan proyectos audaces
que no pasan de servir
para ver la insuficiencia
de una mente femenil.
Hai damas, lindas por cierto,
que empiezan por refundir
retumbantes apellidos
en su carnet de escribir
para ver onal les agrada
i con ese presumir
de parientes de ministros
o primas de San Martin.
Esas, querido Artemio,
se llevan mui sobre si
gran dosis de fatuidad
i no jerminan aquí.

Artemio G. Urzúa S.
Pichilemu, Febrero 28 de 1917.

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