Junto al mar

Conclusion

…guntándole: «Digame… Don… Juan ¿qué… es… lo… que… pes…can… con estas… picanas…?» Nuestro amigo que estaba mui nervioso por el atraso, contestó en el acto: Nosotros pescamos peje-curas, viejas i borrachos. Escusado nos es decir que los preguntones se marcharon en el acto con sus caras agrias, particularmente el huaso que yendo por lana salió trasquilado.

Don Juan i sus compañeros salieron satisfechos; por fortuna la respuesta no fué ofensiva por ser veridicos los nombres de los peces nombrados.

Siguiendo nuestro viaje admirando las bellezas naturales de la costa, el amigo don José lanzó su anzuelo en las preciosas rocas del Infiernillo, luciedo sus dotes de gran pescador con cinco hermosos rollizos que pescó en pocos minutos i que nos sirvieron para mandar preparar un suculento caldillo a la chilena.

Por fin llegamos a la renombrada rejion «Punta de los Lobos» e inmediatamente de abandonar nuestras cabalgaduras nos dirijimos a la orilla i quedamos admirando las preciosas maravillas que encierra: !Barrancos profundos¡ i peñas acantiladas! en las que se estrellan con furor enormes montañas de agua i espuma.

Al lado norte divisamos dos islotes jigantes i en sus cimas jugueteaban algunas gabiotas que con sus agudos graznidos hacian poética i bella la estancia.

Mientras que mis compañeros pescaban me puse a contemplar las encrespadas olas del océano que Balvoa bautizó con el nombre de Mar del S. o Pacifico al rozar con sus cuerpos las manzas aguas, allá en las rejiones tropicales de Colombia; más, al llegar a mi mente los tristes recuerdos de los terribles dramas acaecidos en sus inmensas ondas, pienso en la gran equivocacion que sufrió el descubridor en bautizarle con el nombre que lleva. Aunque de mi parte perdono al citado descubridor i debe ser perdonado por todo el orbe porque aun no conocía la rejion austral, mui distinta, por cierto, de aquellas latitudes.

!Oh,! rei de los mares, te admiro por tus grandezas, mas no admito que te llamen Pacífico.

Yo te hubiera bautizado !feroz! por que en cada puerto playas i caletas que posees, continuamente aparecen vestijios de tu ferocidad, en partes increibles que en siglos atras bañabas con tus aguas.

I a mi cerebro se estaciaba con estos pensamientos cuando llamaron a saborear un bien aderezado almuerzo que supo a gloria; i asi transcurrieron las horas felices hasta que el astro rei desapareciendo en el Horizonte nos invitaba a retirarnos.

La vuelta fué feliz regresamos en amena charla por toda la orilla cometando algunos los percances de la pesca que fue abundante, i entusiasmados por el exito se pensó en formar una sociedad pesquera si algun dia no lejano el supremo gobierno construye el puerto ya proyectado.

Marichu

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