En Pichilemu, los rejios baños
llenos de lujos i de esplendor;
kioscos, hermitas, lindos escaños;
grandes escalas, masaico estraño
chaletes i parque encantador.
Riente mañana, cuatro boquillas
que largo baño se dieron yá,
dejan de pronto la fresca orilla
suben la escala a ¿quien me pilla?
i al parque llegan sin respirar.
I todas llenas de alegria
en la glorieta de grana i flor
siéntanse; i una, las poesías
declama, idéntica cual las decia
aquel Jambrina, el gran actor.
De pronto vemos que allá al estremo
al invernáculo vá el japonés;
todas decimos: ¡mira, que bueno!
las plantas finas alli veremos
vamos, lleguemos hasta alli, pues.
Cara de espanto pone el mestizo
mas, le buscamos conversacion
que el dueño mismo nos dió permiso,
i como poco caso nos hizo,
vá, le nombramos a otro Nipon.
Luego pedimos que nos abriera
el bosque ameno lleno de flores,
que el patron dijo que él nos diera
las mas hermosas que hallí hubiera
pues lo encontramos en corredores.
I ya en el bosque fué a dar al suelo
la ropa de baño i, afanosas,
fuimos cantando cual nuestro anhelo,
pues tapizado se hallaba el suelo
de bellas dalias i nardos rosa
¡Más de la una! vamos, chiquillas,
para el almuerzo es tarde yá,
tadas de flores una gavilla
llevan i corren como una ardilla;
la ropa de baño al hombro vá.
Ya la primera franqueó la puerta
mas se debuelve corriendo atras;
la cara pálida, como una muerta
¡por Dios! nos dice: aquí a la vuelta
tres caballeros i el dueño están
I yo, irguiéndome, salgo adelante
i me dirijo donde el Señor:
llena de flores cual un triunfante
riéndome dígole: «tiene delante
una ladrona i pide perdon»
I el caballero, que contemplaba
cual se escondían las otras, dijo:
es mui valiente, está perdonada
pero, estas flores no valen nada
si quiere, róbeme Ud. a mi hijo
Todos se rieron de tal salida,
él, de mi audacia, tambien se rió
i de las otras que allí, escondidas,
sin dar señales casi de vida
atizban, como la saco yo.
Hoi que recuerdo esa locura,
como homenaje a éste Señor
vayan mis versos sin galanura
i le recuerden esa aventura
de las ladronas de nardo en flor.
Bertina Testa
